…Y cuando acabes de hablar… ¡te callas!
El Sobrerero Loco
Es Alice´s Adventures in Wonderland o Alicia en el país de las maravillas escrita por el sacerdote anglicano, matemático y escritor británico Charles Lutwidge Dodgson bajo el seudónimo de Lewis Carroll es una obra dirigida principalmente a los niños. Historia que además de disfrutarse se aprende.
El título me remonta a la niñez y sus antecedentes históricos y características externas me hacen pensar en lo fantástico y entretenido del libro, pero también, en la obra polémica e importante de la literatura inglesa que ha sido traducida en varios idiomas al igual que La Bilblia o Don Quijote de la Mancha.
Sólo se conservan veintidós copias conocidas de la primera edición de 1865 y de esas diecisiete pertenecen a distintas bibliotecas, estando las que sobran en manos privadas. El libro consta de dos partes, algunas películas cinematográficas como la producida por Walt Disney en 1951 tienen adaptaciones de la primera parte y de la segunda poco conocida llamada Through the Looking-Glass, and What Alice Found There.


Si bien es sabido que una obra literaria no puede ser tomada propiamente como un documento primario en donde podamos basarnos con total confianza para estudiar un proceso histórico, debido a que no deja de ser una manipulación ficticia de la realidad, también se sabe que toda obra literaria es un reflejo social, pudiéndonos dar cuenta, no de manera directa, pero sí indirecta o subjetiva de diversos aspectos tanto personales del autor como propios del tiempo vivido. El libro de Alicia no se queda fuera de ello, a lo largo de su narrativa encontramos reflejos de la educación inglesa y temas políticos de la época; pero, además, la prosa va más allá del relato mismo prestándose al análisis minucioso o profundo al ser creada a través de juegos con la lógica adquiriendo popularidad en los infantes, los matemáticos e incluso hasta en adictos a las drogas y el lector en turno.
Sus diferentes doce capítulos están impregnados de humor y de diversas propuestas filosóficas que ayudan a explicar aspectos de la realidad que se vive.
El cuento tiene mucho del mundo moderno al anunciar de manera profética varias de las acciones que se presentan tanto en el colectivo como en el individualismo moderno. Ese estar con todos dentro de una individualidad, ese querer salir del tedio y del aburrimiento no eran ajenos a ella pues le parecía muy aburrido y estúpido que la vida siguiera su curso normal.

… somos parte de un “sistema” y por lo tanto estamos inmersos en él sin escapatoria alguna, actuamos en conjunto de manera mecanizada tal y como lo hace el conejo, el Sombrerero Loco y la liebre al estar en un “feliz, feliz no cumpleaños” sin fin, cíclico, enloquecedor, absurdo y a veces placentero.
Ivonne Bouillé
En el fondo todos tenemos algo de Alicia, muchos hemos sentido esa necesidad de abrir la ventana y escapar de la monotonía o la rutina, de evadir problemas, de volar, de traspasar los muros o detener el tiempo, de dormir y a través de un sueño sumergirnos en la madriguera del conejo blanco o tirarnos al mar hecho de lágrimas y convivir con seres de todos los tipos tal y como lo hace la protagonista regalándonos con ello su aventura.
A diferencia de nosotros que presumimos de conocernos bien —a pesar de que somos tristemente lo que los demás quieren que seamos—, Alicia no se conoce a fondo y lo sabe, lo acepta, no se miente a sí misma; su sinceridad tampoco le quita el sueño, no arma una tragicomedia en base a ello, no pierde tiempo en interiorizar, eso le suena anticuado, para ella la vida está afuera y por nada del mundo se queda adentro de la casa del conejo ni se instala todas las tardes a tomar el té, costumbre inglesa muy marcada que de manera indirecta nos hace ver parte de la mentalidad social del siglo XIX al cual pertenece la obra.
El hecho de no saber ni quien es y no importarle mucho, no la aleja del miedo y de la inseguridad. Ella no se detiene a meditar, sólo corre al bosque para sentirse segura. Esa forma de actuar es muy parecida a la forma de vida que trajo consigo la urbanización, las prisas donde no hay mucho tiempo, ¿tiempo para qué? No sé, pero el conejo lo dice al mirar el reloj en conjunto al apuro o ansiedad que lo acompañan, ese paje pequeñito de lentes estresado de la Reina nos recuerda que necesitamos correr porque nos pueden ganar, ¿quiénes? Tampoco se sabe pero hay que hacerlo, el que se detiene se muere, hay que actuar, aunque sea de manera mecánica, pero hay que hacerlo.
Con eso, Alicia nos recuerda que somos parte de un “sistema” y por lo tanto estamos inmersos en él sin escapatoria alguna, actuamos en conjunto de manera mecanizada tal y como lo hace el conejo, el Sombrerero Loco y la liebre al estar en un “feliz, feliz no cumpleaños” sin fin, cíclico, enloquecedor, absurdo y a veces placentero.

En la parte en la que ella se hace grande nos da a entender que sólo los mayores tienen la razón, sólo los grandes son los que saben más o tienen títulos o autoridad, la altura en el cuento es sinónimo de todos esos adjetivos. Hay gente que sin duda aprueba el argumento, para algunos eso es real, pero para otros en cambio hay un punto que no se toma en cuenta y es la escuela de la vida, sin la cual, el conocimiento es sólo vómito.
Ivonne Bouillé
Las cartas también mecanizadas nos presentan el mundo tal como es. En nuestro mundo todos los valores son convencionales al igual que ellas, todo depende de las reglas, cada uno tiene el valor que le asignan, el tres vale menos que un diez y éste menos que la Reina. En el presente finalmente todos tenemos un valor asignado al igual que los naipes, pero a pesar de creer que dicho valor es fijo no lo es del todo, individualmente tenemos un valor que en conjunto podemos duplicarlo para enfrentarnos a los otros que posiblemente nos superen dependiendo de las circunstancias; es decir, de la jugada. Frente a eso, ¿quién o quiénes nos asigna los valores? ¿Seremos nosotros o serán los otros?
El juego de croquet —juego tradicional muy popular en Inglaterra que refleja al igual que el té costumbres sociales de una época—, tan absurdo como lo es muchas veces la vida, jugado en el cuento por un puñado de cartas que tratan, a como dé lugar, de lograr un juego limpio, luchando contra corriente sin escuchar el grito de Alicia que pudiera hacerlas reflexionar: “¡No son nada fuera de un mazo de cartas!”, como diciendo, ¡reaccionen! ¡recapaciten! Grito impregnado de lamento, rabia o frustración.
Ese “sistema” al cual pertenecemos que nos ha hecho creer que somos precisamente un mazo de cartas, nos ha encasillado en ser sólo parte de un juego, lo han hecho tan bien que nos lo creímos por entero, hemos perdido la capacidad de reacción, nos volvimos sordos al grito de Alicia, convirtiéndose en utopía el poder vivir nuestras maravillas.
En todo el cuento, Alicia trata de encontrar la salida de ese absurdo entorno, enfatizándose tal desesperación al preguntarse llorando en total oscuridad lo que hace allí, momento en el que por fin se personifica el existencialismo con el gato de Cheshire que la ha acompañado en todo el relato, escena que también a la mayoría de nosotros nos llega tarde o temprano a nuestra vida.
Alicia no sabe qué hacer, se encuentra en un dilema, quiere revelar lo que le rodea viendo con detalle minucioso el entorno material y abstracto en el que se desenvuelve para poder dar sentido a su estadía.
En la parte en la que ella se hace grande nos da a entender que sólo los mayores tienen la razón, sólo los grandes son los que saben más o tienen títulos o autoridad, la altura en el cuento es sinónimo de todos esos adjetivos. Hay gente que sin duda aprueba el argumento, para algunos eso es real, pero para otros en cambio hay un punto que no se toma en cuenta y es la escuela de la vida, sin la cual, el conocimiento es sólo vómito.

La oruga fumadora parece además de viciosa lo contrario al conejo, ella es toda relajación, a ella la vida le pasa lento, disfruta su cigarro como los empedernidos fumadores lo saben hacer, parece irresponsable en este mundo moderno donde solo lo movido vale, pero la oruga es importante por el hecho de que le aconseja a Alicia una palabra clave y rica si se sabe aplicar en el contexto de la vida: “paciencia”, la oruga le dice a Alicia que tenga paciencia, porque sabe que sólo con paciencia se trasciende a mariposa, es la actitud mencionada la que nos hace llegar a la meta.
La paciencia hoy en nuestros días no la sabemos utilizar y podría ser un instrumento de gran ayuda, digna de ser aplicada en muchos aspectos de nuestra vida. A veces la falta de paciencia echa a perder proyectos o satisfacciones de vida, la oruga es por eso un personaje
no flojo sino sabio, no aparece al empezar ni al finalizar la historia sino justo en medio del camino, en el lugar que se necesita, cuando Alicia está desesperada.
El hongo que come Alicia representa la parte religiosa que llevamos dentro, esa fuerza inexplicable a la que recurrimos cuando nos vemos envueltos en problemas o nos enfrentamos a distintas situaciones que no están dentro de nuestra capacidad para poder resolverlas. Ella recurre al hogo para tener fuerza, es por lo tanto el hongo una especie de Dios o Fe, el hongo es apoyo para poder vivir con lo inevitable.
Hablemos de la Reina, esa malvada mujer que aprovecha su poder para hacer y deshacer, ¿qué quiso representar Lewis Caroll con la Reina? ¿Acaso el absolutismo que se vivía en la época? Sin duda no fue la admiración por la monarquía de ese tiempo, pues la Reina es asfixiante, causa miedo. Su esposo el diminuto príncipe consorte es un don nadie al lado de ella, un títere completamente manejable, un ser materialista y convenenciero que tiene que aguantar todo si quiere seguir disfrutando de cierto lujo.

Tras la frase caprichosa y cruel de: “¡Que le corten la cabeza!” hay una Reina llena de complejos e inseguridades, el poder la saca a flote y es lo que jamás dejará quitarse, cuando Alicia se vuelve grande, su Majestad sabe lo que perdió, por eso al volver el personaje del cuento a su forma original esa Reina intolerante se desquita llena de odio dejándole caer todo su poder para acabarla. Su Majestad no se equivoca, no tolera perder por eso las cartas tienen siempre que hacerla ganar, no acepta consejos, ella es la que juzga a las personas no las personas a ella. Algún parecido con la realidad no nos resulta extraño, esas personas abundan en el mundo que vivimos.
El personaje que me más me gusta es el gato de Cheshire aparece y desaparece cuando quiere, además, es el único en todo el cuento que le dice a Alicia que se encuentra en un país de locos, con él ella mantiene una conversación rara:
“— ¿Me podrías indicar hacia donde tengo que ir desde aquí? —pregunta Alicia,
— Eso depende a dónde quieras llegar —responde el gato.
—A mí no me importa demasiado a dónde —responde nuevamente Alicia,
—En ese caso da igual a donde vayas.
—Siempre que llegue a alguna parte —dice otra vez Alicia
—¡Oh!, siempre llegarás a alguna parte si caminas bastante —finaliza el gato”.
La conversación parece absurda como muchas partes del cuento, pero atrás de esto puede haber un significado. Cheshire puede ser nuestra conciencia con la que conversamos a menudo o un ángel de la guarda que a nuestras espaldas está siempre dispuesto a ayudarnos, si lo solicitamos.
Todos los personajes que son muchos tienen un legado, no son adorno, Carroll pensó la función de cada uno de ellos, parecidos a nosotros los humanos que formamos parte de la escena de la vida con un papel distinto pero necesario, integrantes de la estructura o del conjunto, necesarios para poder avanzar como sociedad. Personajes no alejados de lo que somos los seres humanos, individuos en los que se funden y confunden las contradicciones.

Se puede considerar la novela de Alicia perteneciente al género maravilloso, y por excelencia al mundo imaginario o bien al mundo realista no dejando por ello de ser asombroso. Finalmente, Alicia conforma nuestra construcción material y espiritual, siendo aceptada en ambos campos en el objetivo y el subjetivo.
Quizás el mejor mensaje es el saber que aún dentro de la realidad se vale soñar. Afortunadamente, somos materia y espíritu y eso nos da la capacidad de volar, de trasportarnos a mundos extraños, bellos y abstractos cuando la vida al seguir su curso nos empieza a parecer al igual que a Alicia aburrida y absurda.
Referencias
Alice’s Adventures in Wonderland, http://www.phrases.org.uk/meanings/42400.html
Carroll Lewis, Alicia en el país de las maravillas, editorial Rialp, 1990.
Cristóbal Navas Aragonés, El Absolutismo, http://www.todohistoria.com/hechos/absolutismo.htm
Deuverger Maurice, Método de las Ciencias Sociales, Editorial Ariel, Barcelona, 1978
Historia y Tradición del té, http://www.cocinavino.com/ensusalsa/reportajes/te.html.html
Historia: Juegos tradicionales, http://www.acanomas.com/DatoMuestra.php?Id=166
Mirre Juan Carlos, ¡Peligro! Mercurio, http://larevistaintegral.com/articulo.jsp?id=254388
Nautrapress. Elige tu destino, http://www.elmundoviajes.com/elmundoviajes/fichas.html?nombre=960995516&seccion=ficha&valor=22&zona=region
Von Bertalanffy Ludwing, Perspectivas en la teoría general de sistemas: Estudios científico-filosóficos, editorial Alianza, 1979
Profunda reflexión sobre este maravilloso libro mi querida Ivonne. Han pasado 150 años desde su publicación y la descripción que hace el autor de cada personaje sigue siendo sorprendentemente hasta ahora, un reflejo de la complejidad de nuestra esencia humana. Alicia abriendo puertas y ventanas, huyendo al bosque para escapar de su realidad, de la monotonía, o la rutina como hacen muchos. El señor conejo en su ansiosa y frenética carrera mirando el reloj, corriendo a ninguna parte, solo corriendo. La monstruosa reina con sus complejos de inferioridad y sus inseguridades que ponemos de manifiesto en cuanto se nos concede el mínimo poder (los títulos y los puestos de autoridad).
Sin duda mi personaje favorito es el gato de Cheshire, como la oruga, parece tener control de su voluntad. Solo que sin la necesidad de algún “paliativo” para la ansiedad. Este personaje tiene conciencia del mundo de locos en el que vive. La “bendita” o “maldita” conciencia a la que recurrimos en nuestros momentos de total honestidad. Como sugieres, Alicia no se interesa por saber quién es, pero eso no la libera del miedo. Emanciparnos del temor tal vez no sea del todo posible, pero la honestidad nos libera y nos da validación emocional. Ergo, no necesitaremos del hongo mágico
Mi querida Ivonne, me maravilla ese análisis que realizas de la obra que, posiblemente cuando la leimos en la primaria (si no mal recuerdo), no entendimos el trasfondo. Me has dado dos ideas, uno es abordar la lectura en el área de Comunicación de TBC, pero transversalizar con el área de Cienclas Sociales y Humanidades al trasladar a la realidad social, y dos, leer nuevamente esa obra y a la para revisar este magnífico análisis que nos presentas.
Muchas gracias Ivonne, por deleitarnos con tus narrativas.