¿Y qué seremos si lo perdemos?

Todos hemos escuchado e incluso repetido la frase: “el arte es lo que nos diferencia de los animales”. Con ella hacemos alusión a la maravillosa capacidad que tenemos como especie de poder crear. Ya sea plasmando a través de una pintura; de una fotografía; de nuestras manos en el caso de la escultura; o con nuestro cuerpo en el caso del teatro y la actuación; toda una gama de sentimientos, emociones, sensaciones e incluso psicológicamente el arte puede llevarnos a sanar en mayor o menor medida algunas heridas de nuestro pasado.

No es posible imaginar ninguna disciplina social sin el influjo del arte, además el arte es social, es antropológico, es metafísico, es espiritual, es, insisto: lo que nos diferencia de los animales.

Estamos en pleno desarrollo de la observación de un fenómeno difícil pero digno de estudio derivado de la “nueva realidad” a la que pretendemos adaptarnos como consecuencia de la aparición de este “nuevo” virus en la historia de la humanidad: el covid-19.

Un virus que no sólo impactó a nivel salud, sino a nivel social y emocional, que trastocó cada aspecto de la civilización actual que asumía su invencibilidad basada en la inherente soberbia que nos hace pensar que lograr subir a un ladrillo es estar por encima de otras especies. Pero, con una “bofetada con guate blanco” la naturaleza misma se encargó de sacudir esas estructuras forjadas en el aire, dando lugar a un fenómeno que tal vez pudiera denominarse “la transmutación del arte”, una transformación obligada por las circunstancias más que pensada.

Vale la pena realizar una brevísimo recorrido por el arte, que como rasgo de la creatividad humana, gozó durante el último siglo de un desarrollo sin precedentes.

Lo mismo surgió el modernismo en los albores del siglo XX, que el cubismo, el expresionimo, el surrealismo e incluso el desafiante dadaismo hasta llegar al hiperrealismo. Y en México, por ejemplo, el Muralismo de 1920 buscaba desahogar el dolor de las heridas abiertas en un país que acababa de terminar una guerra fraticida producida por la injusticia y la desigualdad, teniendo sus más reconocidos representantes en Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, una muestra más de la necesidad del ser humano por plasmar en lo físico lo que se genera en la mente.

Algo que vale la pena destacar es que todas esas expresiones artísticas tuvieron siempre dos factores en común: fueron creados para ser dados a conocer al mundo, para que fueran admirados incesantemente y durante años se tuvo a ese público que supo admirar esas creaciones de manera inmediata o a lo largo del tiempo. Sin embargo al día de hoy esos sucesos están formando parte de nuestra historia reciente, pero historia al fin y al cabo.

Ello dio como resultado el surgimiento de una “necesidad”: la del confinamiento para evitar poner en riesgo nuestra vida, llevó a la sociedad al aislamiento y a apartarse del arte, al menos, como hasta antes de ese 2019 se venía haciendo. Ya no abrirían los museos, teatros, cines, parques, galerías de arte… Todos esos recintos tuvieron que cerrar sus puertas en nombre de lo desconocido, en nombre de algo microscópico pero letal.

Ni qué decir que el teatro, una de las más hermosas formas de expresión humana, también ha sufrido los embates de este cambio abrupto de nuestra forma de vida: se cerraron teatros, espacios culturales y los ensayos y puestas en escena tuvieron que hacer un incierto paréntesis, esperando todos que las condiciones permitan retomar ese contacto humano fundamental en el desarrollo teatral.

La sobrevivencia y la adaptación a través de las nuevas tecnologías, pareció dar un respiro a esta “incertidumbre teatral” con el desarrollo de obras adaptadas para ser transmitidas por alguna de las plataformas de streaming de uso habitual. Aunque el sabor de boca que deja, realmente no es el mismo, se convierte en una necesidad el ver cara a cara a los coprotagonistas de la obra, voltear y ver el rostro de manera fugaz del director y saber que los compañeros que habrán de participar en el siguiente acto, estan ahí…

Pero como dice el conocido adagio “la función debe continuar” y eso lo han demostrado aquellos artistas que han tenido los arrestos necesarios para no tirar la toalla. Pero una realidad ineludible es que no viven del aire. Y en México prácticamente se han retirado los apoyos necesarios para la subsistencia de esta y de casi todas las bellas artes, es decir, se han quedado en pleno desierto… ¡Y sin agua!

Por las razones de todos conocidos ya no hay público, ya no hay funciones, no hay representaciones ni conciertos. Al no haber exposición del arte, los artistas que viven de su trabajo, han quedado relegados de la cosmovisión y el interés de una gran parte de la sociedad y de los funcionarios encargados de -al menos en teoría- fomentar el desarrollo de este rasgo tan importante de nuestra cultura. Hemos abandonado como sociedad al arte y a los artistas, a esos grandes seres humanos que han dedicado su vida a desarrollar y mejorar cada una de las disciplinas artísticas que han elegido. Y nosotros, por miedo, incertidumbre o ignorancia, los hemos abandonado.

Por lo anterior, es inevitable hacer una reflexión ante el preocupante futuro que parece abrirse a las artes: ¿Estaremos ante la extinción de esta característica inherente a nuestra civilización y especie? Entonces, si ese rasgo fundamental que nos diferencia desaparece, ¿en qué terminaremos convirtiéndonos?

Como les digo, queda aquí como una reflexión y un llamado para apoyar cualquiera de las artes en todas sus expresiones y a sus exponentes, antes de que los temores de la inconsciencia colectiva nos transforme, como sociedad, en algo que no queremos.

Germán Quijano Mena
Nacido en la ciudad de Campeche, México; con estudios de licenciatura y Maestría en Ciencias de la Comunicación por el Instituto Campechano; Maestría en Gestión Educativa por la Universidad Pedagógica Nacional. Productor y conductor de radio y televisión actualmente se desempeña como docente de nivel superior en el Instituto Tecnológico de Estudio Superiores “René Descartes” y como locutor en la radio de la Universidad Autónoma de Campeche; ha impartido conferencias y charlas a diversos organismos y empresas a nivel nacional.