Cuento Pandemia, sombra de la rabia de Zindy Abreu Barón

El hilo de su voz suplicando, no me dejes, se enmaraña en tu cerebro; se hace ovillo en la garganta y anuda tus intestinos. Caminas con el ceño fruncido hacia un lado y otro del corredor cuidando tus pasos. Hay humanos con mascarillas de oxígeno regados por el suelo. En los cristales que dividen las camas ves pasar el reflejo de una sombra tras tu silueta enflaquecida, de barba desaliñada y guayabera desgastada que, desde hace dos semanas, se lava y deslava de olor a benzoína y alcohol.

La luz blanca de las lámparas de techo dilata tus pupilas y te impide distinguir día y noche. Aplastas con la palma de las manos tus oídos y aprietas los ojos. Inhalas y exhalas a prisa. Intentas desaparecer los gritos entrecortados por la tos que imploran atención y los rostros exhaustos, enfundados en plástico de las enfermeras de pasos apresurados que parecen atravesar tu cuerpo. Aguantas el aliento y las ganas de meterles la cabeza en el comodo lleno de heces para que te tomen en cuenta. Nadie responde cuando preguntas por ella. Tampoco exigen que te vayas, como si supieran que nunca te irás.

Los trajeron en la única ambulancia del pueblo. Para ingresar, les obligaron a poner su huella en unos papeles: “los pacientes se dan de alta sanos o incinerados”, les dijeron. ¿Qué más da?, unos indios más, dos pobres menos. ¿A quién carajo le importa? Con la espalda pegada a la pared resbalas tu cuerpo al suelo. Las luces parpadean, la sombra te asedia. Agitas las manos en el aire y a gatas te arrastras hacia donde se encuentra tu compañera, tendida en una camilla a un lado donde estaba la tuya.  

Después de atenuar con sedantes el enfurecido golpeteo de sus latidos, al fin logran que duerma. El ave en agonía que anida el hueco de su pecho desnudo, agita sus alas temblorosas. De rodillas, envuelves su cuerpo, tulipán desvanecido entre tus brazos. Observas su semblante en agotada sequía, sembrado a una mascarilla de oxígeno; de sonrisa apacible como si no le ardiera respirar, como si le valiera madre regresar a desgranar mazorcas, a sus hijos y a tus caricias condenadas al olvido. Como si esperara la hora exacta para ser cielo azul, brisa fresca, río, canto de pájaro y arrancarse de raíz la vida.

Con los puños cerrados maldices la sombra de la rabia que te arrastra y al virus creado por el hombre para destruirse a sí mismo e imploras, golpeando su vientre, a sus ovarios que la levanten y a tu Cristo de las ampollas que las sondas y agujas desaparezcan. Retiras el oxímetro de su anular que no deja de avisar los 180 latidos por segundo. Masajeas con tu lengua sus dedos y los de sus pies entumecidos. A través de la mascarilla de oxígeno envuelves sus labios azulados con los tuyos. Escuchas su respiración entrecortada que se apaga. Cierras los ojos y te dejas caer sonda adentro por su boca bien abierta, dispuesto a la batalla, portando de estandarte el farol de cristal de incesante gotera que mantiene la aguja incrustada a su brazo. Combates, fusionado a docenas de células hasta arrancar los dientes al miedo que muerde sus pensamientos. Tus venas arden entre las suyas, y todos los árboles talados del mundo estallan en llamas sus pulmones.  

Zindy Abreu Baron
Mérida, Yucatán, México. Narradora y poeta. Promotora cultural, pintora y entrenadora de ajedrez. Ha recibido distinciones a su trabajo literario como el Segundo lugar en el Concurso Nacional de Cuento “José Revueltas”, 2005 y Primer lugar en su emisión 2007. Recibió el Premio Nacional de Cuento de la UADY “Jesús Amaro Gamboa”, 2009 y Primer lugar en el Concurso Nacional de Poesía “Salvador Díaz Mirón”, del mismo año. Obtuvo el Premio de publicación del Fondo de Ediciones y Coediciones Literarias del Ayuntamiento de Mérida, Yucatán. (2019) Ha impartido diversos talleres de 2014 a 2018 a niños y públicos vulnerables. Coordinó una sala de lectura y taller literario en el Centro de Readaptación Social Femenil de Yucatán. Su obra ha sido antologada en libros como “La mujer rota”, Antología Internacional de Poesía en homenaje a Simone de Beauvoir (2008); “Mujeres en prisión y otros relatos” (2007) y “Perversiones” de Atorrantes (2019). Ha publicado en periódicos locales e internacionales y en diversas revistas literarias. Participó en el Taller de Escritura Femenina del Cereso de Mérida coordinado por la escritora Verónica García Rodríguez, así como en el Taller de Narrativa de Carlos Martín, en los Talleres de Poesía de Ramón Iván Suarez Caamal y Francisco Lope Ávila y más recientemente en el Taller Atorrantes.