Todos los cielos no son azules
A los cientos de veces compartidos los silencios suben a las ramas del viento dos guajolotes repetidores del alma: Fualalá lalá- fuala lalé- moviendo el moco, fualalá lalá- fualalá lalé- la lluvia pronto vendrá y contaremos sus gotas al aire y multiplicarán sus cantos al toque de tierra. Canto con lágrimas de nuestros muertos fualalá lluvia tierna de mi corazón, fualalí mi cielito “Tú como yo en espejo, yo en mi canto, tú mi reflejo…” Canto de piel -los pavos repiten- lunas y soles en un aliento sin percibir las fuerzas sin habitar los tiempos sin que las luchas de distancias provoquen acercamientos. Sin permitir si quiera pensar que la dicha de uno es la del otro. Por vocación, por convicción, venga el canto del espejo y la dicha del reflejo crea cosecha del tiempo del te vi, me fui, te irás. Una vez cantada la danza de las verdades todas las colas se abren todas las plumas se muestran, en un silencio profético anuncian con decisión: Todas las aves de tierra tenemos las mismas plumas no es lo mismo lo mismo pero sí la misma misma. Todos silban las mismas sumas todos suman las mismas plumas son la repetición del alma ser reflejo de la espuma. Y un credo nace del pecho que silva la más verdad: Que el pavo es ave y no vuela que canta y no revela, pues repite desmembrando la palabra resonando -acertijos, es posible- a la noche, al bochorno, a la dicha y al candor. El canto del guajolote Fualalá fualalé lalí fue creado para descubrir el devenir del discurrir. Común el canto, común el hombre, en el canto de la repetición el cuerpo multiplicado del discurso atorado. El que afirma para sí su estoy aquí, torna en llanto su no me voy en un sufrir su repetir en el intento su sonreír el escupir… Y repite lo irrepetible sabiendo la diferencia del canto y el aleluya, la vida y la suerte tuya es danza de la razón. Fualalá- lalá- lalí fualalá-por ti y por mí. |
Responder