En Campeche, a horas de realizarse el proceso electoral que habrá de elegir al gobernador, 35 diputaciones, 13 alcaldes y 22 juntas municipales, se vive un clima de relativa incertidumbre, no únicamente por los resultados, sino por el desarrollo de la jornada electoral y sus consecuencias y me explico:
Si bien, no se han manifestado los altos índices de violencia hacia los candidatos como en otras entidades, aquí el clima de incertidumbre es generado por la posibilidad de un cambio del régimen y del partido que ha gobernado el estado prácticamente desde su consolidación como entidad federativa.
En la capital, una gran número de empleos son generados de manera directa o indirecta por las instituciones de gobierno de los tres niveles. En el caso del gobierno del estado, hasta ahora no se ha dado una transición hacia otra fuerza política, algo que ya ha sucedido con la presidencia municipal ocupada por el PAN en dos ocasiones, la primera con Carlos Ernesto Rosado Ruelas de 2009 a 2012 y la segunda con Eliseo Fernández Montúfar de 2018 y que debió concluir en 2021, quien llegara a la alcaldía por parte del PAN y ahora candidato a la gubernatura por el partido MOVIMIENTO CIUDADANO.
Es de destacar que al igual que en otros estados la clase política local ha emanado o han sido formados en las filas del Revolucionario Institucional, como por ejemplo la actual candidata de MORENA, Layda Elena Sansores San Román cuya militancia en el PRI data de 1966 a 1996 y cuyo padre fue gobernador del estado de 1967 a 1973 por ese mismo organismo político, lo que ha dejado un sistema de “usos y costumbres” en cuanto a la manera de hacer política en estado en general y en la capital de manera particular.
El temor de algunos ciudadanos radica en la posibilidad de perder sus empleos ante un potencial cambio de administración, que aunque cada tres o seis años surge un reacomodo de mandos medios y altos de cada organismo de gobierno, los empleados en pocas ocasiones son removidos de sus lugares de trabajo, sin embargo, se ha barajado en esta ocasión que podría realizarse un cambio a mayor escala que pudiera afectar incluso a quienes llevan años trabajando en el gobierno del estado y el mismo temor se percibe en oficinas y dependencias relacionadas.
Aunque es “costumbre” que cuando llega una nueva administración en cualquier orden de gobierno, traiga consigo a su personal de confianza y empiezan a “repartirse” puestos y niveles, en esta ocasión se percibe la posibilidad de un cambio aún más profundo de la estructura laboral dependiendo de quien resulte electo el próximo 6 de junio, siempre y cuando no resultara con el triunfo el candidato de la coalición PRI-PAN-PRD, en cuyo caso es de esperarse algo como lo descrito líneas arriba.
La situación anterior se especula pudiera generar en la sociedad un “voto por temor” y no por una decisión pensada y razona, cual debe de ser, sino por una conveniencia tácita como dice el refrán: “más vale malo por conocido…”
Aunado a lo anterior, se rumora a nivel de calle que en las casillas de algunas colonias, al menos de esta ciudad capital, habrá presencia de grupos que tendrán la consigna de generar brotes de violencia y “reventar” el conteo de algunas casillas, principalmente cuando se acerque el cierre de la jornada electoral e inclusive evitar la instalación de algunas de ellas.
Ante estos escenarios sólo queda mantenerse a la expectativa y desear que la autoridad pueda disuadir y evitar la comisión de algún delito, no sólo de índole electoral, sino delitos que puedan desembocar en desgracias personales que sólo empañarían una de las jornadas electorales más numerosas e importantes de nuestro país en las últimas décadas y que quien quiera que resulte como el próximo ejecutivo estatal, no realice una “cacería de brujas” en contra de los empleados de gobierno derivado de su filiación partidista.
Al tiempo…
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