Quietud fría, silencio solitario, aplastante.
La luz en mi cara me muestra el vacío.
Hay nada, soy río seco.
Mi paisaje desértico carece de viento,
nada se mueve, ha callado el tiempo.
He soltado los amarres de mis naves hoy extraviadas,
soy sólo un ancla en el fondo de un mar muerto.
Abandonada por mis ausencias,
carente de toda angustia,
soy testigo de mí,
huérfana de la histeria.
Ya nadie devora mis entrañas,
los lobos se han ido.
¿Quién soy sin mi miedo,
sin mi furia, sin mi ansia?
¿Qué queda, cuando queda nada ?
Insomnio,
preguntas,
papel y hojas blancas.
Responder