En medio de una compleja situación económica, quizá la más difícil de las últimas décadas, y con la tensión que ello implica, Cuba se alista para la celebración de las elecciones generales el próximo 26 de marzo, luego que fueran presentados hace muy pocos días los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El sui géneris procedimiento para que una persona llegue a diputado es una práctica única de la democracia cubana y a diferencia de otros lugares, el camino a recorrer por quienes resultaron nominados, no viene acompañado por grandes campañas mediáticas ni insulsas y en ocasiones humillantes peleas de “trapos sucios” ante las cámaras de televisión.
La forma en que está concebido el proceso para elegir a los diputados y que estos después decidan los principales cargos en el Parlamento tiene ciertas particularidades, puesto que la nominación no la realiza el Partido Comunista, único reconocido por la Constitución aprobada por la mayoría de los ciudadanos en el 2019, sino que son las organizaciones de masas y los representantes del pueblo, quienes a su vez fueron propuestos en las comunidades como delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, los encargados de hacer las propuestas, evaluadas por comisiones de candidaturas territoriales.
Pero más allá de tecnicismos sobre el cómo serán electos, lo más importante ahora mismo es lo que muchos califican como un reto mayúsculo, pues desarrollar elecciones generales en tan adversas circunstancias constituye un desafío para quienes hoy conducen el país y será, de alguna manera, el termómetro para medir la temperatura del apoyo que continúa recibiendo del proceso revolucionario cubano.
Se sabe que la nación atraviesa por una prolongada crisis económica, acompañada de una inflación galopante, con precios cada vez más altos y una notable pérdida del poder adquisitivo de la mayoría de los ciudadanos, con carencias acumuladas en sectores de la vida doméstica como el transporte, la vivienda, los alimentos y otras deudas no resueltas durante muchos años.
La irritación de la gente ante tales asuntos es visible muchas veces en las acciones cotidianas de la vida, sobre todo cuando las largas filas para la compra de alimentos, medicinas y otros artículos necesarios se convierten en una odisea, agravada por las limitaciones impuestas por el bloqueo de Estados Unidos, recrudecido, ya se sabe, desde la era de Donald Trump, y que el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, no ha modificado ni un ápice.
Es así que sale al ruedo, constitucionalmente no había otra opción, la necesidad de realizar el proceso electoral, que llevará a la integración de una nueva Asamblea Nacional, la cual cambiará sus integrantes en más de un 65 por ciento, además de reducirse en la cantidad de escaños que tendrá.
En los últimos días, los candidatos a diputados recorren barrios, comunidades, centros de trabajo y estudio en las localidades por donde han sido nominados e intercambian con parte de quienes serán sus representados en la máxima instancia del poder en Cuba. En esos momentos escuchan preocupaciones, ideas, necesidades y explican lo que se hace y pudiera hacerse para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Ese proceso se extenderá durante este mes de febrero y marzo, pues a diferencia de otros modelos de elecciones no presidenciales, aquí los candidatos van juntos a conocer a sus electores y los medios de comunicación no ofrecen una preponderancia a ninguno de ellos por encima del otro. Aunque no será posible conocerlos detalladamente a todos, al menos sus nombres, apellidos y su condición laboral o de vida ya son públicos y en los reportes de los medios de comunicación se muestran sus opiniones, qué desempeño esperan tener y otros detalles si resultan ratificados.
Ya está en marcha este complejísimo sistema electoral y nadie duda de que sus resultados serán el reflejo de lo que vive y atraviesa el archipiélago y su gente, empeñados todos en acabar de dar el salto en la economía y en otros sectores que redunden en una mejor calidad de vida.
Analistas aseguran que esta será una nueva prueba de cómo la sociedad cubana valora a quienes llevan las riendas del país. Al igual que con el referendo efectuado en septiembre pasado que aprobó el Código de las Familias, todo indica que más del 60 o el 70 por ciento de las personas asistirán a las urnas y votarán por todos los candidatos, quienes, de obtener más del 50 por ciento de los votos, resultarán electos diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Una vez sentados en sus escaños, los 470 diputados tendrán la responsabilidad, con el voto secreto y directo, de elegir al presidente y vicepresidente de la República, a los integrantes del Consejo de Estado y su presidente y se conocerán quienes estarán al frente de los Ministerios y otras entidades nacionales, responsables todos de dirigir los destinos de Cuba en los próximos cinco años, en un contexto cada más agresivo del vecino del norte, con una crisis económica acechando y con múltiples insatisfacciones de la ciudadanía, que espera, que de una vez y por todas, se enrumbe el camino hacia una sociedad próspera y sostenible, con posibilidades de vivir la existencia digna en el presente y en el futuro
Responder