De la historia al cine: Los bailes de las niñas

Se encuentra ya en la plataforma de Netflix la película El baile de los 41, historia que durante muchos años fue escasamente difundida, con nula documentación e información y casi exclusivamente recordada como una anécdota burlesca y caricaturizada, gracias a los cartones de José Guadalupe Posadas.

Una de las pocas notas periodísticas de la época se publicó en el Diario del Hogar del 19 de noviembre de 1901: Repugnante es el hecho que descubrió la policía en una de las calles de la Paz. […]Acudió la policía y se encontró que en el baile no había una sola mujer; pues la veintena que aparentemente estaba eran hombres vestidos de corpiño y enaguas y pintados con colorete y algunos con aretes sobrepuestos.

El rumor, difundido duramente durante muchos, hacía énfasis en la actitud del presidente Porfirio Díaz al recibir el parte policiaco donde se le informaba sobre la escandalosa fiesta y la detención de 42 hombres, de los cuales, 19 bailaban vestidos y maquillados como mujeres. El presidente al ver la lista, procedió a tachar uno de los incluidos y corregir enfáticamente: 41, solo conté 41.

No podía ser de otra manera, ya que uno de los involucrados —de acuerdo con la creencia popular, pues nunca se dio a conocer la lista con los nombres de los participantes— era nada menos que su yerno, José Ignacio Mariano Santiago Joaquín Francisco de la Torre y Mier.

La historia que rodea el matrimonio de Amada la hija preferida de Porfirio Díaz e Ignacio (Nachito, como muchos lo nombran), rico mexicano miembro de una familia con gran alcurnia en el país, comerciantes azucareros propietarios de más de 10 haciendas en los estados de México y Morelos y hermano menor de Susana Mariana Estefanía Francisca de Paula de la Torre y Mier, emparentada con la nobleza europea ya que es la bisabuela del actual príncipe Alberto de Mónaco, de ahí el nombre de Estefanía asignado a otra de sus bisnietas; está llena de rumores y especulaciones.

Ignacio de la Torre y Mier y Amada Díaz, hija mayor del presidente Porfirio Díaz.

Con total certeza no se sabe quién era la madre de Amada (bautizada como Deonicia Amancise Díaz Quiñones), suponiéndose que se trataba de Rafaela Quiñones una indígena del estado de Guerrero que fue compañera de Díaz cuando era un soldado.  La madre le cedió la patria potestad a Porfirio cuando

Amada tenía 12 años y la llevó a vivir con su familia, ya que se había casado con su sobrina, Delfina Ortega Díaz.

Al morir Delfina, Porfirio se casó con Carmen Romero Rubio y probablemente pensando en darle a su hija un linaje del que carecía, aceptó como prometido a uno de los más populares y ricos jóvenes del país. Es difícil pensar que el presidente Díaz desconociera las preferencias sexuales del pretendiente, pero en todo caso durante el siglo XIX, ese tema era oculto o ignorado. Tenía más importancia asegurar el futuro económico y social de las hijas que su felicidad, las mujeres de las familias eran, en la mayoría de los casos, artículos de cambio.

El discurso homofóbico y mordaz es lo que prevalecía no sólo en México sino en casi todos los países; en el caso mexicano, el público aplaudió el castigo impuesto a los “pecadores” al ponerlos a barrer las calles del centro de la ciudad, mientras eran agredidos y burlados. Algunos de ellos —se cree que en número de 12, quienes no contaban con los medios económicos o contactos dentro del gobierno— fueron enviados a Yucatán como soldados, lugar que se consideraba muy peligroso debido a la Guerra de Castas que aún no se daba por concluida. El País, hace mención de este castigo: …han sido remitidos a Yucatán …donde prestaran servicios de soldados. Ayer se movieron muchas influencias para evitar respecto de algunos, el terrible cuanto merecido procedimiento; pero la autoridad ha sido inflexible, con el aplauso de toda la sociedad.[1]

Algunos de los llamados maricones fueron maltratados o no resistieron el exilio en la península y se rumoró que unos fallecieron, aunque no se explican las causas, ni los casos, el Imparcial aclaró que no iban a las filas de los “valientes soldados” sino al empleo de la zapa (abrir brechas, rellenar bajos, abrir fosos y levantar fortificaciones).

Un caso similar, tanto en el número como en el castigo impuesto: el exilio, se dio en la Italia de Mussolini, cuando en el año de 1939 el prefecto de Catania, en Sicilia, hizo desterrar a la isla de San Domino en el archipiélago de Tremiti a 42 hombres acusados de homosexualidad. Lo interesante es que fueron acusados de ser sexualmente pasivos, ya que los considerados activos no eran pederasti sino maschi y la Italia de Mussolini tenía que ser muy viril y prolífica ya que la célula fundamental del estado fascista era la familia.

Los detenidos en la redada, a diferencia de los mexicanos, eran de clases sociales modestas y de acuerdo con sus declaraciones en la comisaria, se reunían en una sala de baile en el centro de la ciudad siciliana. Muchos de los acusados se defendieron enojados, no negando su homosexualidad, sino el que se les considerara “pasivos”, como Francisco quien afirmó estar casado y ser padre de un hijo o Vittorio quien declaró que muy pronto se casaría[2].

Moradores de las islas vecinas a San Domino comenzaron a llamarles “las niñas” y se reunían a verlos desembarcar ya que llegaban esposados. Después de estos primeros exiliados, llegaron muchos más de todas las regiones italianas, considerando que llegaron cientos a las islas del archipiélago. Las causas de sus detenciones estaban, entre considerar sus acciones “contrarias a la moralidad” como a Enrico M., a causantes de un “menoscabo al prestigio de la raza” en el caso de Otello A., o por “vestir de modo afeminado”, como Barbaro M[3].

Aunque las condiciones de vida eran duras y con muchas carencias, ya que los encerraban en las noches en grandes dormitorios sin electricidad ni agua corriente, al ser liberados los presos de San Domino al estallar la Segunda Guerra Mundial, y regresarlos a sus localidades en una especie de arresto domiciliario, muchos se lamentaron, ya que en la isla vivieron una “experiencia liberadora”. Años después algunos declararon que en su exilio podían realizar fiestas y vestirse libremente como mujeres. El volver a sus hogares y vivir en comunidad representaba para ellos sufrir un constante acoso y maltrato de las autoridades y vecinos, recibir palizas, la ingesta forzosa de aceite de ricino y lo peor, el rechazo familiar por la vergüenza que causaban.

A pesar de que la implementación del código Zanardelli, que entró en vigor en Italia en 1889, supuso una despenalización de la homosexualidad, lo que representaba un avance en comparación con otros países, como Inglaterra con su Criminal Law Amendmenta Act de 1885, que calificaba como delito de sodomía a cualquier práctica sexual entre varones y con la que se llevó el proceso y juicio tanto de Oscar Wilde en 1902, como años después a Alan Turing.

Muchos países se amparaban y aun el día de hoy lo hacen, en leyes poco clara sobre el escándalo social, la exhibición obscena, faltas a la moral o términos similares para hostigarlos. Tal es el caso del Código Penal del Estado de Yucatán, México, que en su artículo número 207 dice: “Se aplicarán de seis meses a cinco años de prisión y de veinte a ciento veinte días-multa y de veinte a ciento veinte días de trabajo en favor de la comunidad, a quien: …III.- Por cualquier medio ejecute o haga ejecutar por otro, exhibiciones obscenas”[4].

De acuerdo con el diccionario “obsceno” es: que es grosero en el terreno sexual y escandaliza a una persona u ofende su pudor. Concepto muy amplio, en donde lo ofensivo o escandaloso entra en el ámbito personal y propio de cada ser humano.


[1] El País, 22 de noviembre de 1901. Nota de la revista Nueva Época. Número 10-Año 3- 2006 de Rodríguez Miranda y Mora Hernández.


[1] Revista Nueva Época. Número 10-año 3- 2006. Artículo de Libni Rodríguez Miranda y Elizabeh Mora Hernández: ¡Extra, extra! Noticia espectacular: escandaloso baile nefando, el baile de los hombres solos*

[2] Artículo “La homosexualidad en la Italia del Duce (1922-1943) de Francesc Tur. 30/10/2017. Portal de historia Ser histórico, consultado en mayo 2021.

[3] Idem.

[4] Codigo Penal del Estado de Yucatán. Última reforma 24 de julio de 2020.

Laura Elena Rosado Rosado
Originaria de Mérida, Yucatán es egresada de la Licenciatura en contaduría pública por la UADY y Máster en Grandes Religiones por la Universidad Anáhuac. Entre los cursos y diplomados que ha cursado se encuentran el Diplomado en cultura religiosa, historia, arte y religión en el área maya impartido por el CIESAS y la UNAM y el Diplomado en historia del arte universal por la Universidad Modelo. Es además, estudiosa sobre la historia de Yucatán con diversos cursos en el Centro Cultural Prohispen y el Colegio Peninsular Rogers Hall. Entre sus publicaciones se encuentra los libros “Llévanos en tu zabucán” y “En cuatro tonos de Rosado”. Ha participado también en publicaciones como el libro “Mujeres en tierras mayas” coordinado por Georgina Rosado y Celia Rosado Avilés y es frecuente colaboradora en diversos medios de comunicación impresos.