El ideario filosófico-educativo de Armando Hart y su validez en el siglo XX. Parte II.

Como en sus maestros, la concepción axiológica está en el centro de su pensamiento, no solo desde el ángulo ético-filosófico —a partir del cual construye el mismo— sino que lo axiológico es el eje que atraviesa transversal y transdisciplinarmente toda su concepción y cuerpo de ideas, desde la perspectiva histórica, pedagógica, ideológica y política; porque efectivamente, existe en Hart una estrecha unidad entre filosofía, educación, política y cultura, lo que le permite una reflexión ecuménica, flexible, orgánica y coherente, sin dogmas, ni prejuicios, ni recetas hechas o al uso,

En sus maestros y en esa poderosa herencia que recibió “encontramos especies filosóficas en varias dimensiones, sean gnoseológicas y epistemológicas”, también en él pensamiento de Hart, predomina lo axiológico, tal y como demuestra el Dr. Pupo, sucede en el caso de nuestro Apóstol, porque efectivamente en opinión de esta autora tanto en Hart, como en Martí, no existe una búsqueda para teorizar propiamente sobre los valores, porque para cada uno de ellos, de igual modo, “los valores hay que encontrarlos y cultivarlos como medio de ascensión humana”.

Hart asevera asimismo que puede distinguir perfectamente entre dos géneros o clases de valores, los que según él refiere están genéticamente establecidos, es decir, la información de cómo actuar, qué evitar, etc. y los valores culturalmente adquiridos, consecuencia y resultado del desarrollo de la educación y la cultura. Por supuesto que estamos hablando aquí de una axiología de la acción, que se manifiesta en la conducta de lo que se debe trasmitir y enseñar, que es patrimonio y legado de esa rica herencia humanista martiana del pueblo cubano, en el que también existe una estrecha conexión, concreción e integración de los valores éticos e históricos con los políticos y los jurídicos.

El propio Hart ha confirmado que fue su padre quien lo llevó directamente a encontrar el camino de llevar a cabo una exploración intencional para conocer aquellas grandes personalidades de la historia de la humanidad, que se habían planteado la educación, la cultura, y la lucha por la justicia, como temas perentorios en su vida y obra, todo ello sucedió mucho antes de que Hart entrara en la etapa universitaria, es decir, ya a mediados de la década del 40 del siglo XX.

Para un acercamiento a la concepción del pensamiento de Hart, tenemos que recordar, que al triunfo de la Revolución era un preso político de la tiranía y, más aún, que llegó a la cartera de ministro de Educación, casi por accidente. Todo su pensamiento discurre de forma dispersa a lo largo de su extensa obra, por esa misma razón sus ideas sobre el arte y la literatura o, más específicamente, sobre la estética hay que descubrirlas propagadas a lo largo del tiempo —más especialmente a partir del año 1976, cuando fue nombrado ministro de Cultura— las cuales obedecen a circunstancias diversas y aparecen mezcladas con otros temas.

Si estudiamos los textos que escribió entre 1959 y 1965, encontramos las huellas del pensamiento del cual se nutrió y comprenderemos que sus ideas, son hijas legítimas y fieles continuadoras, de los presupuestos teóricos y del método de pensar y hacer del pensamiento filosófico, político y pedagógico de más de dos siglos de historia, de la tradición electiva cubana, la cual está forjada en ese amplio perfil que abarca desde el padre José Agustín Caballero ─el iniciador de la Reforma Filosófica en Cuba y fundador de la Filosofía electiva─, Félix Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí, recordemos lo que en ese sentido ha afirmado Hart:

Caballero, Varela y Luz sitúan como un aspecto central de su concepción filosófica la práctica de enseñar y elevar espiritualmente al hombre, lo que está a tono con la más rigurosa concepción científica. Al colocar la Educación como epicentro de ideario cubano no lo hacían en el terreno de las especulaciones metafísicas o abstractas, sino que consideraron la Educación como tema central de la práctica; ahí está la riqueza de su pedagogía, piedra angular de la Cultura del país.[1]

Cuando fue nombrado ministro de Educación, solo tenía 28 años de edad y sentía un profundo respeto por la tradición patriótica de los maestros cubanos; pero él provenía de las luchas políticas estudiantiles, del combate contra la dictadura en todos los frentes. Y para poder enfrentar el enorme desafío educativo que tenía por delante, solicitó la cooperación de los especialistas más prestigiosos y competentes, de los pedagogos y maestros, técnicos y profesionales de la Educación que, en nuestro país, constituían la vanguardia.[2] Sobre este particular con orgullo ha asegurado, que desde su función de ministro tuvo el privilegio de convertirse, de hecho, en alumno de los mejores maestros de Cuba. Para él, la Universidad de Oriente se convirtió en el centro más importante del país en relación con estos propósitos, porque desde la época de la clandestinidad, e incluso antes, conocía muy bien a sus alumnos y profesores, pues había mantenido allí magníficos vínculos. La primera tarea que acometió fue llamarlos a su lado para trabajar y, de hecho, el joven ministro se colocó bajo sus orientaciones, experiencias, apoyo teórico y profesional.

Aquellos calificados profesionales de la Educación constituyeron el núcleo inicial de los expertos que tuvieron la responsabilidad de ayudarlo a forjar las nuevas directrices, métodos, objetivos, fines, programas y actividades, así como el proceso general que se emprendió en la verdadera transformación y revolución de la Educación cubana, por eso Hart los considera los verdaderos protagonistas y artífices de la Revolución Educacional que tuvo lugar, ese fue uno de los principales aspectos que influyó decisivamente en su trabajo al frente del Ministerio de Educación.

En la obra de Hart encontramos que el goce estético pleno, está ligado a un altísimo compromiso de eticidad; por eso, lo ético, lo moral, lo bueno, lo bondadoso, lo útil, lo justo están relacionados en su discurso, como en su vida, de forma tal, que es muy difícil deslindar estas especies filosóficas tan mezcladas en su hacer. La belleza está en el sacrificio de la entrega de la vida en defensa del ideal por el que sueñas, que en este caso se trata de la lucha por la liberación e independencia de Cuba y, sobre ello, dice en una de sus cartas a Haydée Santamaría, escrita desde la cárcel de Boniato en abril de 1958:

Hay una poesía de Rubén Martínez Villena que siempre me impresionó, pero que ahora al leerla, me provoca un sentimiento adecuado para expresar lo que es y debe ser la lucha, y cómo la veo yo, tiene un sentido metafórico […] yo no he encontrado nada que exprese mejor mi sentir en este segundo. […] fíjate en como identifica el concepto de Dios con el de misterio y cómo habla del fondo sereno de su organismo[…] yo quisiera poder escribir versos, y si los escribiera hablaría de las estrellas, hablaría de las palmas, […] cuando el hombre se da cuenta que todas esas imágenes que pueblan su yo son simplemente imágenes representativas, que el sentido que damos a la palma, no es la palma en sí, sino que con ella queremos representar algo que no tiene existencia corpórea visible, pero que es una realidad, que en definitiva surge de la propia materia, del instinto del deseo, de la necesidad del apetito, de todo eso que está en el fundamento en la base en la estructura, en los cimientos de la vida, de la belleza. El día que el hombre sepa que todo eso es representación de la realidad vital, ese día habrá visto la ternura, la pasión amorosa por ejemplo, como nivel superior.

[…] Todo en el fondo es el instinto devorador […], pero, es que ¿no gozamos con la caricia, con la mirada? Es que lo hemos hecho instinto […] lo hemos hecho naturaleza pura. He ahí la clave, y es que en la vida, el amor es la más fuerte forma de vida, la más primaria y pura con nuevas y nuevas cosas […]

La belleza, por sí misma, es un placer, cuando hallamos algo bello, hallamos algo de nosotros mismos […].

Aquí en la cárcel aunque es de día, hay que mantener la luz encendida. Llueve algo. Entra ese aire húmedo que no sé qué rara sensación me hace sentir. Es la naturaleza la que suave y tristemente se va apoderando de uno mismo. Los días de lluvia han estado siempre llenos de nostalgia para mí. La vida pasa […] en momentos tan sencillos como éstos y hoy cuando la vida pasa, tiene un acento distinto y grave ¡Que dicha tan extraña la que produce la sencillez! Que dolor más grande, pero a la vez más suave, suavidad de nostalgia y belleza la que produce el recuerdo. […]

Quisiera ser poeta para cantar lo que siento. Que grandeza la de poder reflejar en alguna obra, el sentimiento finísimo y a la vez frenético que uno siente como síntesis de todo […].

Yo no sé si el alma humana puede llegar al más allá. Yo no sé si ella se acaba aquí, en este acá lleno de sombras y de luces, o si llegará allá lleno de misterios y grandezas. […]

A veces pienso que sólo en la angustia y el dolor hay profundidad. En el dolor y la angustia que vive Cuba y nuestra Generación encontré la, trágica disyuntiva del destino. A veces pienso que ha querido que nosotros sepamos bien lo que es el dolor para que nos pongamos cada vez más completamente al servicio de la causa revolucionaria. No creo […] que ninguna generación anterior se encuentre tan comprometida como ésta, para salvar la herencia histórica de los formadores.

Difíciles, muy difíciles, son los momentos que hemos de vivir. […] Lo peor no es esto, lo peor viene después, y si no somos capaces de resolverle a Cuba sus conflictos, si no podemos elevar al hombre cubano a la categoría de dignidad que planteó Martí, entonces es mejor que decidamos en instante propicio seguir el camino de ellos: de Ñico, Cándido, Raulito, Abel, Frank, Boris, Marcelo, Pepe Prieto, Enrique y tantos más. [3]

Aunque Hart ni siquiera había soñado con anterioridad al triunfo de enero de 1959, con un Ideario Educativo en sus contornos específicos, porque recordemos que se trata de un abogado de profesión, dedicado por entero a la lucha política, un hombre que aunque estuvo preso durante todo el último año de combate contra la tiranía, continuó dedicado a la divulgación y desarrollo del pensamiento revolucionario; un intelectual que en aquella madrugada del triunfo primero —a su salida de la cárcel— tenía en su pensamiento una única idea ¿cómo poder servir, cuanto antes y mejor a la Revolución en los momentos que se fraguaba un golpe contra la misma? Y, es que como ya ha explicado el propio Hart, entró a dirigir ese decisivo Ministerio sin proceder profesionalmente del sector educacional, pero eso no significa que las ideas educativas estaban excluidas de las aristas que ya entonces sustentaban su pensamiento teórico ─como hemos visto─; por el contrario, para él tal y como para sus maestros predecesores, representantes de la Filosofía electiva decimonónica, la educación es el verdadero instrumento de transformación del hombre y la sociedad.

Al igual que Martí, diferencia y relaciona la instrucción con la educación y, como los educadores cubanos del XIX, representantes de la Filosofía electiva, considera que la educación no es solo instrucción, es, sobre todo, la formación del pensamiento y los sentimientos. Para él, la instrucción debe tener un basamento científico-técnico y humanístico que permita la más completa formación del individuo, en consonancia con su tiempo, en todos los niveles de enseñanza. Hart cree en la educación como el pilar central del enriquecimiento y la superación del ser humano; porque, para él, este es un proceso en el cual los hombres adquieren el conocimiento que les permitirá asegurar su mejoramiento como seres humanos.[4]

 Desde luego, que en sus ideas educativas no hay lugar para la repetición mecánica y la enseñanza memorística, así como que la Pedagogía no se cierre en un sistema particular y concreto. Recordemos en esa dirección, la influencia iluminadora de sus maestros en materia educativa, rigurosamente racional y antidogmática; porque siguiendo a Caballero, Varela, Luz y Martí, también afirma Hart que su credo filosófico es: no adscribirse a ninguna Escuela o Sistema determinado, sino seguir el principio: “todos los Sistemas y ningún Sistema, ¡He ahí el Sistema!”.

A lo largo de su existencia ha permanecido fiel, al legado pedagógico, ético y patriótico que recibió y lo ha trasmitido a las nuevas generaciones con las que le ha tocado convivir y trabajar, tal como reclama el oficio de enseñar. Es decir, él ha situado como aspecto central de su concepción filosófica, la práctica de educar y mejorar al hombre mediante la acción social y política, orientada hacia la transformación ética y moral por medio de la Educación, la Ciencia y la Cultura, con el objetivo de prepararlo para la vida y ponerlo en consonancia con las necesidades de su pueblo, tal como en su tiempo pensaron y actuaron sus maestros, representantes de la Filosofía cubana electiva.

 Durante la etapa que ocupó el cargo de Ministro de Educación en Cuba (1959-65), Hart planteó este conjunto de ideas, que enriquecen el acervo teórico y metodológico de la Pedagogía cubana, como una de las Ciencias Sociales que se ocupa de la educación integral de la personalidad. Cuando se estudian sus discursos, artículos, ensayos y epistolario, entre otros textos, se revelan las claves de su concepción filosófica acerca del hombre, su mejoramiento permanente y por ende de su educabilidad, en cuya esencia se encuentra la ética, la moral y los valores, como parte consustancial al ser humano.

Su ideario educativo es expresión del ideal histórico del pensamiento educacional patriótico cubano decimonónico, el cual tuvo concreción práctica desde el primer año del triunfo, en el conocido y ampliamente divulgado por la prensa de la época “Mensaje Educacional al pueblo de Cuba” y en el cual Hart dio cumplimiento al ideal histórico del pensamiento educativo cubano.

El Mensaje en materia educativa es un documento crucial, esencial e indispensable de esa primera etapa de la Revolución y, si bien ha sido considerado por algunos estudiosos del tema un documento esencialmente político, en opinión de la autora de estas líneas, se debe subrayar que por su contenido y carácter, que en este texto ya está implícita una Filosofía de la Educación, en sus contornos y detalles. En ese sentido, debo recordar las claras definiciones que allí expresa acerca de “los fines de la educación y el modelo de hombre deseado en las nuevas circunstancias históricas”. Cuando se repasa el Mensaje, se puede constatar, que en el mismo tomaron cuerpo real las ideas educacionales por las que el pueblo cubano había luchado por más de dos siglos. Por supuesto, que en el Mensaje se definen también los principios de la Nueva Política Educacional. Se explican aquí, el contenido y la proyección de la Reforma General de la enseñanza y también contiene de forma explícita los ideales en los que se asienta la revolución educacional a partir de 1959.

Aunque con frecuencia resulta casi imposible que en la práctica una concepción de la educación y un Proyecto Educativo puedan coincidir completamente. En este caso particular, se puede llegar a afirmar que se trata de un hombre que pudo realizar y desarrollar en la práctica un Proyecto Educativo, que fue pensado para cumplir un ideario que es esencialmente heredero y tributario de la más auténtica tradición del pensamiento cubano electivo, de un pensamiento progresista que fue trazado por nuestros más grandes filósofos y educadores, quienes desde las postrimerías del siglo XVIII clamaron por un nuevo concepto de educación, que ante todo significaba “formar hombres íntegros, para la vida y para la Patria”. Claro que también tributaron a ese pensamiento, otras destacadas figuras de nuestro acervo cultural e histórico hasta 1959, las que estuvieron vinculadas, en diferentes contextos de nuestro devenir histórico como nación.


[1] Armando Hart. “Campaña de alfabetización. Una cruzada contra la ignorancia”. Artículo inédito de su Fondo Personal de Archivo, asiento N° 196 de 1961, en el Registro General de su Bibliografía activa anotada.

[2] En ese sentido afirmó en una entrevista que le realizó Pedro de la Hoz, y que fue publicada el 12 de junio del 2000, en el periódico Granma: “Todos éramos muy jóvenes, pero tenía­mos que asumir la dimensión de un hecho que, como dijo Fidel, era más grande que nosotros mismos. Hubiera sido irresponsa­ble ponerme a inventar desde aquel cargo, de modo que lo primero que hice fue contar con la gente con experiencia. Si algo sabía era la gran tradición pedagógica cubana y allí estaban, convocados por la Revolución, personalidades como Dulce María Escalo­na, Herminio Almendros, Abel Prieto, Aguilera Maceiras, León Bicet, Consuelo Porto, Max Figueroa, Tina Esteva, Raúl Ferrer […]. Ellos y muchos más son los protagonistas del impulso inicial de la magna obra educacional de la Revolución”.

[3] Fragmento de una carta escrita por Armando Hart para Haydée Santamaría, desde la Cárcel de Boniato 2 de mayo de 1958, la cual forma parte de la colección de su Fondo Personal de Archivo con el número 96 en el registro general de su bibliografía activa.

[4] El subrayado es de la autora.

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Editora y escritora, investigadora cubana por más de dos décadas de la vida y obra de Armando Hart y fundadora de la Asociación Hermanos Saíz. Esposa y compañera de batallas del Doctor Armando Hart Dávalos. Investigadora de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) y directora del Proyecto Crónicas.