Vamos a entrar al 2021 con una gran disyuntiva. Olvidamos lo vivido y sufrido durante los últimos 12 meses y lo espantamos para que no nos traiga malos augurios, o recordamos cada detalle de lo ocurrido para sacar de ellos sus enseñanzas.
La humanidad ha transitado por una de las más graves crisis de los últimos tiempos y entre tanta calamidad, mucha gente no sabe bien cuál rumbo tomará su destino a las puertas del nuevo año.
Podría decirse que la pandemia de la COVID-19 fue la clásica tapa al pomo, como se dice en lenguaje popular, para una sociedad mundial interconectada pero igualmente sometida a los designios del mercado y de las grandes potencias desarrolladas y donde a cada momento crecen las desigualdades, con las riquezas concentradas en unos pocos y grandes conglomerados humanos camino a los límites por debajo de la pobreza.
Lo que hizo el nuevo coronavirus fue profundizar las diferencias sociales y puso contra la pared a los más desposeídos, limitados en recursos y en posibilidades para enfrentar una enfermedad sin precedentes y que aun, en el momento de más desarrollo de la sociedad moderna, no ha encontrado la cura a la que todos aspiramos.
El ser humano, en su largo y desequilibrado camino hacia su plenitud, ha encontrado en disimiles oportunidades obstáculos que le han impedido avanzar, pero la inteligencia, la apuesta a lo nuevo, le ha permitido sortear los caminos más complejos y con ello lograr satisfacer sus aspiraciones más lógicas.
Sin embargo, la aparición de la COVID-19 trastocó todo cuanto hacemos y nos cambió las rutinas diarias, habida cuenta de que el mundo, patas arriba, quedó a expensas de algo para lo cual, hoy, todavía, no tiene respuesta.
¿Cómo imaginar los tiempos futuros sin tener presente los actuales? ¿Podremos salir del bache en que se encuentra la humanidad? ¿Superada la crisis, el mundo será mejor para la convivencia? ¿Acaso aparecerán vacunas para las guerras y las invasiones? ¿Se podrán curar los males que han causado durante los últimos tiempos más muertes que la epidemia que nos tiene en jaque?
Las interrogantes pudieran ser muchos más, pero sólo con pensar que las respuestas no están claramente definidas, lleva a la reflexión de que el mal mayor, lamentablemente, no ha sido la pandemia de la COVID-19.
El planeta tierra necesita una reestructuración urgente. Ya no física, que es cuando menos imposible, pero si real, en lo que el ser humano puede y tiene incidencias claras.
Necesitamos un lugar interconectado pero limpio, donde las consecuencias de la acción del hombre no sigan empeorando las condiciones propias de su supervivencia, donde la convivencia armoniosa dicte los pasos diarios de la conducta humana y donde cada cual, quiero decir, cada país, decida el rumbo que sus gentes decidan con los métodos que mejor les parezca.
No puede seguir el mundo por el rumbo que lleva. La pandemia de la COVID-19 reveló lo endeble de las bases sobre la que se sustentan muchas sociedades y sus sistemas de salud, puestos en crisis y fuera de control desde la aparición de esta terrible enfermedad.
Incluso, en los más desarrollados, que se erigen como paradigmas para imponer sus dictados, las consecuencias aun no concluyen. Basta con mirar a la Vieja Europa o a los vecinos del norte (Estados Unidos), y podrá entenderse hasta donde el fracaso de un sistema ha dado al traste con la vida de cientos de personas.
Podremos curarnos de este mal, podrán aparecer muchas vacunas, tratamientos, y que, en algún momento, la aparición del Sars Cov 2 quede como otra dura prueba para quienes habitamos nuestro complejo planeta, pero lo que no tendrá salvación, si los humanos no somos capaces de entenderlo, será la estela de muerte y sufrimientos que van dejando a su paso las guerras imperiales de conquistas, los sistemas de explotación, que tiene sumidos en la pobreza a miles de millones de seres humanos.
Ahí estará uno de los retos de este 2021 que se nos acerca. Controlar la pandemia de la COVID- 19 es el principio, pero no el fin para acabar con las dolencias que hoy azotan a la humanidad.
Al recordar los complejos días de este 2020, tengamos presente que entraremos al nuevo año aun con muchas preguntas por hacer y con respuestas que encontrar.
Por eso, mejor no olvidar. Recordar es el paso de impulso necesario para llegar a tiempos mejores.
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