Teoría y práctica en la construcción de vivienda en serie: De la poética del espacio de Gastón Bachelard a la máquina de habitar de Le Corbusier
El día que el mundo se paralizó por esta pandemia y nos encerró; hemos encontrado la necesidad de habitar nuestro espacio de vivienda las veinticuatro horas del día, esta vivienda que no sólo es una necesidad básica (como vestir, comer, dormir), es a la vez un logro individual, una manifestación de haber conseguido un patrimonio y el resultado de los esfuerzos económicos de una persona o una familia, y también es la materialización de un derecho fundamental: el derecho a la vivienda.
La vivienda por lo tanto se decreta como uno de los elementos más importantes para establecer parámetros de nuestra calidad de vida, constituye el satisfactor de varias necesidades como protección, privacidad, resguardo, higiene, descanso, convivencia, estancia, esencia, sueño, imagen y poesía.
Sin embargo, para cumplir dichas funciones, la vivienda debe estar construida con los materiales adecuados y sistemas constructivos idóneos, estar en buen estado y tener los servicios básicos de agua potable, instalación sanitaria y electricidad. Además, debe contener los espacios adecuados al tamaño de la familia, a sus usos y costumbres, sueños y aspiraciones y el mobiliario necesario para realizar todas las actividades de esparcimiento, descanso, higiene y convivencia familiar.
Tener experiencias a través de estos espacios habitados nos van creando imágenes, estas imágenes que nacen desde el interior del pensamiento consiente de las personas como producto del deseo, del sueño y aspiración, les otorgamos significados sean para bien o para un mal recuerdo. Esta reflexión nos lleva a lo que consideramos el paradigma del diseño arquitectónico enfocado casi siempre en lo cualitativo.
Este encierro nos ha mostrado la verdad más sencilla y real de lo que significa habitar.
En la vivienda ya no hay imágenes que soñar, poesías que vivir, ni significados que dar a esos espacios arquitectónicos inexistentes, no hay detalles, colores y diseño cualitativo, sólo metros cuadrados y costo por área construida.
Consideremos la idea particular de las viviendas construidas en serie, los fraccionamientos, condominios, viviendas de interés social; donde gran parte de la población actual radica. Estas viviendas son un ejemplo de pragmatismo constructivo, es la máquina para habitar tal como se le consideraba a la casa adaptándola durante la revolución industrial, que desde el inicio del siglo xx ha ido cambiando al mundo. Nos ejemplifica conceptos como la racionalización, industrialización y prefabricación, en un modelo de arquitectura cuya belleza se basa en la practicidad y funcionalidad, y en los casos actuales, quizá, ni eso.
De este tema importante se hará una breve síntesis de un análisis fundamentado en la idea del apoyo del Estado para la producción de vivienda con el propósito de abatir el déficit. Esta producción masiva de viviendas se está haciendo actualmente mediante sistemas constructivos de eficiencia no comprobada en su adaptación a las condiciones regionales. Se trata de una experimentación que, en el caso de algunos materiales como los paneles de concreto, tienen repercusiones directas en la economía y en el nivel de vida de los usuarios de menos recursos económicos. Por ello, esta práctica que intenta subsanar un déficit, está generando otro, cuya solución como problemática de la vivienda social construida, queda en manos de los habitantes.
La utilización de las tecnologías del concreto ha sido fundamental para el desarrollo de la arquitectura, de lo que no escapa la vivienda, en la cual se inició el uso de variados tipos de elementos prefabricados y colados in situ, tanto para la construcción de componentes estructurales como paredes y techos, como también para elementos de acabados y recubrimientos de pisos y paredes.
Es indudable lo acertado de la tecnología para agilizar la producción de vivienda. Estos resultaron eficientes y posibilitaron un ahorro de tiempo y dinero en el suministro de materiales. Se obtuvo un logro en aumentar la velocidad y cantidad que permitió cumplir la meta de abatir el déficit de vivienda obrera. Por ejemplo, en el caso de Mérida, Yucatán, el sistema de block hueco, vigueta y bovedilla, presenta formas y materiales en sus elementos que configuran una adecuada resistencia a las condiciones locales, por lo que a partir de 1960 se asumió como el sistema dominante y tradicional en la producción de vivienda en serie, lo que dio un impulso a la construcción en Yucatán.
El sistema ha evolucionado, las técnicas y los procesos industriales han permitido mejorar la resistencia de los materiales y optimizar su rendimiento con menores dimensiones, pero conservando la esencia de la función estructural y climática. Los elementos huecos permiten disminuir el material sin comprometer su seguridad, así como también son un medio de enfriamiento pasivo y aminorar las condiciones del clima cálido, de manera que proveen resistencia térmica y confort con abaratamiento en el costo de construcción de la vivienda.
Como un mal ejemplo y pese a que estos sistemas han sido de probada eficiencia por más de 50 años de uso en la construcción de vivienda, se han introducido otros sistemas, tal es el caso de los paneles de concreto, un sistema eficiente en cuanto a la velocidad constructiva, industrialización, ya que, mientras que con el sistema tradicional de block, vigueta y bovedilla se edifica una vivienda en tres meses, con este nuevo sistema de paneles de concreto se puede edificar en 28 días. Nos referimos al tiempo como elemento clave de la eficiencia.
Estamos en el punto en el que la velocidad de la producción, se traduce en mayor cantidad en menor tiempo, premisa bajo la cual proliferan en el país los conjuntos de vivienda que son construidos con estas tecnologías ahorradoras de tiempo: paneles o placas de concreto, tanto para cimentación, como en paredes y techos. Se considera que el tiempo de edificación debe estar también en relación con la vida útil de los elementos constructivos como de la vivienda en su totalidad, indicadores como firmeza, durabilidad y mantenimiento, y aislamiento al clima natural y social, todos estos componentes de la seguridad y habitabilidad de una vivienda. Esta habitabilidad que una vivienda puede ofrecer, estriba principalmente en su seguridad constructiva y, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2017), la habitabilidad se ocupa del aislamiento térmico y acústico, y de la salubridad.
En complemento, la convocatoria a los premios nacionales de vivienda publicada el 15 de noviembre de 2019 por la Comisión Nacional de Vivienda, señala la importancia de que el construir vivienda, sea una contribución “…al desarrollo de viviendas de mayor calidad y confort, a través del diseño arquitectónico, conservación del medio ambiente, ubicación, planeación, desarrollo urbano, sistemas constructivos, tecnologías, financiamiento, costos y gestión administrativa, atendiendo las necesidades de los mexicanos para acceder a viviendas dignas que hagan ciudad, constituyan un patrimonio seguro para sus ocupantes y propicien su integración social.” (CONAVI, 2016). El desarrollo de viviendas debe, por tanto, priorizar la mayor calidad y el confort, de donde cobra relevancia la seguridad de la construcción como medio de favorecer la constitución de un patrimonio seguro para sus ocupantes, se señala como fundamental que se “… contemple sistemas constructivos y diseños arquitectónicos innovadores y/o alternativos, que contribuyan con la producción de vivienda de calidad; a la industria de vivienda limpia; así como a la reducción de tiempos y costos de edificación” (CONAVI, 2016), donde los sistemas constructivos son el medio de concretar una vivienda de calidad, y no prioridad para la reducción de tiempos y costos de edificación a costa de la calidad. El resultado se expresa en tres tópicos que resumen la problemática, son: firmeza, durabilidad y mantenimiento, y aislamiento al clima natural y social.
Este aspecto de la construcción de la vivienda y no del diseñar el espacio habitable es un arquetipo marcado en nuestra sociedad actual, se ha creado la perfecta máquina de habitar no habitable, ya que espacialmente no cuenta con lo requerido para satisfacer estas necesidades y aspiraciones básicas, este ejemplo en la vivienda de interés social donde el ambiente interior al no contar con ventilación adecuada (por falta de diseño ya que es el mismo módulo repetido, sin importar orientación ni lugar) y siendo un espacio “múltiple” (sala-comedor-cocina) tiene humos de la cocina que van adhiriéndose a las paredes y muebles de todo el espacio, así como las grasas y residuos que se dejan al cocinar, los ruidos del exterior, incluyendo los de las viviendas aledañas, como parte de la costumbre, la falta de vegetación en la designada área verde, sin contar con espacios de recreación posibles, ni mucho menos áreas de esparcimiento.
Este encierro nos ha mostrado la verdad más sencilla y real de lo que significa habitar.
En la vivienda ya no hay imágenes que soñar, poesías que vivir, ni significados que dar a esos espacios arquitectónicos inexistentes, no hay detalles, colores y diseño cualitativo, sólo metros cuadrados y costo por área construida.
¿Qué ladrillo llevaran consigo los que no han creado espacios, ni poesía, ni imágenes las cuales dar significado y valor?
Me parezco al que lleva consigo un ladrillo para mostrar al mundo como era su casa
Bertolt Brecht
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