“¡La política es sucia!” me dijo mi padre en la cocina durante el desayuno, a bocajarro y sin preámbulo, posiblemente advertido por mi madre una noche antes acerca de mi participación en un sindicato, de inmediato salté de mi silla ofendida y le contesté mientras lo miraba de manera retadora: “sí, la del partido en el poder, no la que practicamos las personas de izquierda a favor de la sociedad”.
Décadas después, arrastrando un mundo de experiencias que en más de una ocasión me hicieron llorar de tristeza y de enojo por las incongruencias en las prácticas de quienes militaban, incluso dirigían el partido de izquierda al que pertenencia, sigo convencida de los preceptos ideológicos y éticos que me llevaron a convertirme en opositora al sistema capitalista patriarcal, enemigo de la naturaleza, de los derechos de los indígenas, de las mujeres, de la diversidad, de la clase trabajadora y de la salud de todos y todas, o sea de la vida misma.
Pero, aprendí la lección que un día me quiso dar mi padre y que no tuve la paciencia de escuchar, “la política es sucia” y no importa quien la dirija, ni de que ideología se declare, mientras las estructuras económicas que la sostienen no cambien y las grandes mayorías no sean formadas para adquirir una conciencia crítica, lo es y seguirá siendo sucia. Ningún patriarca bien intencionado hará la diferencia, por mucho que nos enamore esa idea, que de momento nos podría dar algo de tranquilidad y satisfacción, pero a la larga nos puede ocasionar, no solo una gran decepción, sino incluso la muerte como ya le costó a miles de mexicanos y mexicanas en los últimos meses.
Sí, la política es sucia, y lo será mientras las estructuras no cambien, porque seguimos viviendo en un país capitalista neoliberal patriarcal, manejado por los mismos dueños de antes, los que finalmente dictan las políticas públicas y deciden cuándo debemos morir o vivir, cuáles son las prioridades.
Ahora resulta que después de meses de políticas públicas equivocadas ante la pandemia mundial como; no cerrar fronteras, recomendar besos y abrazos, desestimar en un principio el uso de cubre bocas, negarse a las pruebas de seguimientos e insistir en que el sistema de salud está suficientemente preparado para atender a los miles de enfermos por Covid. Cuando todos los días nos enteramos de amigos y familiares que no lograron ser aceptados en los centros públicos de atención, perdiendo todo sus recursos por tener que recurrir a una institución privada, o la vida misma por carecer de atención adecuada. Y se insiste en invertir miles de millones en megaproyectos neoliberales, como el mal llamado tren maya, en vez de invertir esos valiosos recursos en el mejoramiento del sistema de salud y/o salvar del desastre económico al país otorgando apoyos a miles de pequeños comerciantes que están quebrando por la cuarentena, siendo según datos del INEGI los que generan la mayoría de los empleos. Cuando las grandes televisoras que han embrutecido por generaciones a los y las mexicanas con sus contenidos enajenantes, manipulado por décadas a la opinión pública a favor de los partidos corruptos neoliberales, ahora se harán cargo de la educación de millones de niñas y niños del país.
Y lo peor de todo, cuando el número de muertos es ya escalofriante y enfrentamos un desastre económico y social recibimos una “gran noticia”: Carlos Slim, sí, el mismo gran beneficiario de las políticas neoliberales de Carlos Salinas, que se hizo multimillonario gracias a las concesiones otorgadas por el estado mexicano para el manejo de las telecomunicaciones, uno de los principales integrantes de la mafia del poder, hoy se beneficiará gracias a la 4T no sólo con la construcción y manejo del más redituable tramo del tren maya, sino que además según nos anuncia López Obrador con su rostro de abuelito bonachón, él, precisamente Slim salvará al país de la pandemia gracias a que su fundación comprará y distribuirá la vacuna de AstraZeneca.
Sí, la política es sucia, y lo será mientras las estructuras no cambien, porque seguimos viviendo en un país capitalista neoliberal patriarcal, manejado por los mismos dueños de antes, los que finalmente dictan las políticas públicas y deciden cuándo debemos morir o vivir, cuáles son las prioridades. Como ocurría en el pasado, cuando los servicios públicos fallaban a propósito para que luego aplaudiéramos su privatización porque supuestamente estos funcionarían mejor aunque fueran más caros. Hoy, a pesar de que la mayoría de esas muertes pudieron ser evitadas aplicando adecuadas políticas públicas, quienes manejan los hilos del poder y por lo tanto son los que condenaron a las mayorías a la muerte, a la enfermedad, la pobreza y desesperación, ahora serán quienes como dioses del Olimpo den la salvación a manera de vacuna. Claro la comprada a la Universidad de Oxford, porque la rusa ya fue suficientemente difamada para que la rechacemos aunque nos ahorraría muchísimo tiempo de valiosa de espera.
Hoy, entonces, a la gran noticia de la compra y distribución de la vacuna sigue la inundación de las redes con loas y agradecimientos a Slim, aun los críticos de AMLO y de la 4T parecen muy dispuestos a besar la mano o aplaudir de pie a quien nos ofrece la vida y la salud, sin notar que es el mismo grupo de poder que nos ha llevado a esta terrible situación, porque como decía mi padre la política es sucia, y lo seguirá siendo mientras no exista conciencia crítica, ni nuevo gobierno y tampoco partido que la fomente.
Mis felicitaciones a la directora Verónica García, a las y los editorialistas, en especial a Georgina Rosado por este artículo
Georgina muchas felicidades, un anàlisis critico y certero para esta primera ediciòn de la revista y felicidades Verónica por un espacio mas y de calidad para la opinión, cultura y política