Si vis pacem; para bellum (si quieres paz; prepárate para la guerra)
Flavio Vegencio Renato
La arquitectura tiene entre sus funciones primarias proporcionar cobijo, protección, seguridad y confort al habitante, en ocasiones una de estas funciones predomina más que las otras o es en definitiva el elemento prioritario en su creación y diseño, como es el caso de las construcciones para protección, de diversa índole, desde cuestiones climáticas extremas hasta ataques de la fauna y del hombre.
En nuestra región maya – yucateca podemos encontrar ejemplos de esta arquitectura para protección, que incluso se puede considerar como un elemento más para la actividad bélica, abordando en este texto desde la época prehispánica hasta la guerra de castas.
En cuanto a la arquitectura prehispánica, aún encontramos en pie fortificaciones defensivas destacando las murallas de algunas ciudades mayas de las tierras bajas del norte de Yucatán en donde algunas de ellas rodean la totalidad o parte del sitio. (Hahn 2011) Se pueden considerar como estructuras defensivas parte de los procesos de guerra de una sociedad, denotando el poder a través del control social e ideológico.

Para Hahn (2011) los muros perimetrales no son un buen indicador de la frecuencia o la gravedad de las guerras, ya que sólo pueden representar que existía la amenaza de las tácticas de asedio. Para algunos sitios se pueden tener muros perimetrales que se construyeron sin ningún propósito defensivo. Las interpretaciones del porqué de las construcciones de murallas en los estados arcaicos en la zona maya, se dividen en tres categorías principales: la defensiva, el control del agua, y la delimitación del espacio social.
De las ciudades que presentan murallas defensivas se postulan diez: Aké, Cuca, Chacchob, Chunchucmil, Dzonot Aké, Ek Balam, Mayapán, Muna, Uxmal y Yaxuná, y, aunque pareciera que la más representativa e importantes es la ciudad de Chichén Itzá, ésta se consideró un centro ceremonial, cuya muralla representó la delimitación social e ideológica, y que al pertenecer al estilo arquitectónico Maya – Tolteca, con gran influencia de la cultura teotihuacana y de la región de Tula Hidalgo, también presenta otros edificios alusivos a la guerra; como es el caso de los tzompantli de finales del clásico (clásico tardío).
Las murallas de estas ciudades fortificadas son construidas con técnicas de albañilería formal, que pueden incluir fachadas verticales, el uso de piedras labradas y estuco, y la integración de puertas con respecto a la construcción original

Según Gendrop (1997); tzompantli es el altar, plataforma o muro realzado con calaveras esculpidas, frecuentes en el periodo posclásico en el altiplano central, así como en algunas otras regiones de Mesoamérica. Era utilizada para adorar al dios de la guerra como es el caso de Huitzilopochtli o el señor (dios) Buluc Chabtan de los mayas.
Según Molina (1910), durante el siglo XVII, la defensa militar de la Península de Yucatán estaba constituida, principalmente, por la ciudadela de San Benito en Mérida, la muralla de Campeche, y veintitrés vigías con centinela alerta en la costa, de las cuales las más importantes eran: Champotón, Lerma, Celestún, Sisal, Chuburná, Ixil, Telchac, Santa Clara, Holkobén o Río lagartos, Cuyo, Choacá y Cotoch. Así, posteriormente, se realizan la construcción de los fuertes de San José en 1792 y San Miguel en 1801 en Campeche.
La construcción de la ciudadela de San Benito se concibe como una fortaleza sobre una plataforma prehispánica donde estaba el convento de San Francisco, la obra se inició durante el gobierno de don Rodrigo Flores Aldana en 1669 y, para fines del siglo XVII, la Ciudadela estaba conformada por una muralla o cortina exterior y seis baluartes, encerrando en su interior al convento franciscano.

Es importante considerar que, posiblemente, durante esa época se hubiesen comenzado a construir barricadas en varios puntos de los caminos que comunicaban a la ciudad de Mérida con la costa del Golfo. Esta medida serviría para la defensa secundaria que tenía la ciudadela como principal y última fortaleza. Por ello, se edificaron las fortificaciones de Campeche, además de las 23 vigías costeras localizadas en el litoral peninsular, siendo la más importante la que se sitúa en Santa María de Sisal que constituía la prevención comercial de la capital (Victoria, 1995).
Para Mérida, se debe recalcar que se establecen las medidas proteccionistas implantadas a partir de la segunda mitad del siglo XVI hasta fines del siglo XVIII, conformada por tres niveles: la costa, el territorio hasta la ciudad, y las obras en ésta.

Estos niveles ayudan a comprender la importancia de proteger la ciudad a pesar de que es señalada en muchos casos como mezquino en recursos, pero con una situación geográfica envidiable entre el mar Caribe y el Golfo de México. (Victoria, 2003).
Además, la defensa de la costa más cercana a Mérida se conformaba por una serie de vigías o torres, pero la medida se materializó en un conjunto de grupos de trincheras de piedra suelta que sirvieron para salvaguardar los caminos del noreste, norte y noroeste que conducían a la capital. La edificación elevada de esas trincheras se debió a que las características calcáreas del terreno yucateco imposibilitaron la realización de defensas excavadas, característica por las que son hasta el momento únicas en el virreinato novohispano (Victoria, 2013).
Se planteó en algún momento la idea de que los arcos del centro histórico de la ciudad de Mérida pertenecieran a la idea de una fortificación (que no se realizó), considerando éstos como sus accesos, pero debido a sus características arquitectónicas y constructivas esta idea se pudiera considerar errónea. Más creíble es el planteamiento de usar la catedral como bastión de defensa contra cualquier ataque, dada su arquitectura robusta y algunos elementos dan pie a suponerla como una fortificación, incluso con sus ventanas saeteras.

Victoria (2013) plantea que, en el costado sur, Mérida también contó con una garita encargada de vigilar el acceso a “intramuros” de la ciudad, en los inicios del Camino Real al principal puerto de la provincia y sitio atacado por piratas de manera constante, Ese espacio está localizado en la parte trasera de un predio en el barrio de San Juan, y su temporalidad de construcción se puede ubicar tentativamente a finales del siglo XVII.
En este amplio sistema de defensa de la costa norte y de la capital yucateca, se encontraban las trincheras, que consistían en muros de mampostería y de piedra suelta, construcciones fortificadas que no fueron de grandes dimensiones, cuya función era la defensa de los caminos. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, durante la Guerra de Castas, se construyó un sistema de defensa basado en cuarteles o edificaciones fortificadas para prevenir cualquier asalto de los rebeldes a las localidades, los denominados bastiones, que jugaron un papel preponderante en las áreas fronterizas, con el fin de proteger a las poblaciones de posibles ataques de los mayas sublevados, estableciendo cuarteles militares en diversas poblaciones. Tres fueron los más importantes: el construido en Iturbide, el que se encontraba en Tekax y, finalmente, el cuartel de Sotuta, para cuya edificación se ocupó un importante espacio prehispánico (Burgos, 2017).
Castillo rojo de Nachi Cocom Cuartel Pedro Sáinz de Baranda
Dentro de estas edificaciones podemos señalar el cuartel Pedro Sainz de Baranda conocido también como el Castillo Rojo de Nachi Cocom de Sotuta, construido al parecer sobre una plataforma prehispánica. Según la crónica señala: Había otro edificio público, situado en la parte norte de la plaza y construido sobre una elevada planicie que sirvió de asiento, según la tradición el antiguo palacio de los Cocomes. El coronel Alcocer lo convirtió en una verdadera fortaleza hacia 1855-60, poniéndole un antepecho de mampostería que dominaba toda la parte sur de la población, cuenta con reductos y torreones que defienden toda una manzana. (Burgos, 2017)
El sentido de protección que puede ejercer la arquitectura es también motivo de análisis y estudio antropológico, desde las características de los elementos que indican su carácter bélico como las torres, las almenas, las garitas, los torreones, las ventanas saeteras, o más específico el color o los grabados en el caso del tzompantli, quizá como un elemento o un arma más de guerra y paz.
Referencias
Burgos Villanueva, R., Góngora Salas, Ángel, & Millet Cámara, L. (2017). Bastiones militares en la costa y tierra firme en Yucatán. Glifos, (11), 30–45. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/glifos/article/view/13062
Gendrop, Paul Diccionario de arquitectura mesoamericana. – México: Trillas, 1997 (reimp. 2001). 258 p.
Hahn, Lauren D. 2011, Las murallas en la zona maya: Las tierras bajas del norte y más allá. (Editado por B. Arroyo, L. Paiz, A. Linares y A. Arroyave), pp. 1193-1205. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital)
Molina Solís J. 1910, Historia de Yucatán durante la dominación española, Tomo II. Mérida.
Victoria Ojeda, Jorge, 1995., Mérida de Yucatán de las Indias, Piratería y estrategia defensiva, Mérida, H. Ayuntamiento,
Victoria Ojeda J. 2013. Arquitectura militar colonial en Yucatán un patrimonio sin valoración: experiencias, realidades y comparaciones, en Patrimonio Cultural Mexicano Modelos explicativos Editor Garcia Targa. BAR International Series 2551
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