La Arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz
Le corbusier
En México existen al menos cinco millones de viviendas abandonadas según un censo de 2010 realizado por el Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (CONEVAL), viviendas que han sido construidas por algún tipo de financiamiento como INFONAVIT (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores) o crédito Bancario, este indicador señala de manera contundente una falta de arquitectura acorde al problema que atestigua la sociedad, y quizá no es la falta de vivienda; sino la falta de viviendas arquitectónicamente idóneas.
Entra las razones del abandono podemos considerar la nula importancia de las condicionantes de la arquitectura al momento de construir las viviendas: las distancias hacia los centros de trabajo o el equipamiento, falta de espacios públicos, la ubicación en zonas inadecuadas o de riesgo como inundaciones o deslaves, la inexistencia de servicios básicos como agua y energía eléctrica, la inseguridad y la falta de un diseño arquitectónico para habitar, no para venderse como es actualmente.
Se debe considerar que una de las características dominantes en la producción masiva de vivienda ha sido su total ruptura con la tradición (usos y costumbres), la tradición académica (planteamientos lógicos y científicos del mejoramiento de materiales, sistemas constructivos y todos los componentes de la vivienda acordes a las necesidades actuales de la sociedad) y la tradición vernácula (hablando de cultura, clima y geografía).

La arquitectura nos deja solos, como arquitectos nos permite libres transitar en el pensamiento como en la realidad para inventar y descubrir, pero también nos muestra límites, normas, leyes, metodologías y procesos adecuados para diseñar los espacios habitables, las relaciones y sus consecuencias tanto económicas como sociales.

La arquitectura tiene un poder sobre la conciencia y la salud del hombre, y cuando un poder no asume sus responsabilidades, se vuelve muy peligroso
Christopeher Alñexander
Este poder de la arquitectura radica en la optimización de sus posibilidades, en el conocimiento a fondo de sus componentes naturales y artificiales, de sus formas, funcionamientos, y espacialidades adecuadas para el idóneo proceso de habitar de cada individuo, cultura y sociedad, desde las particularidades del clima como el viento, la humedad y la luz solar, hasta su ubicación en términos de acupuntura urbana. Una arquitectura idónea tiene el poder de mejorar la calidad de vida.

La arquitectura de cada cultura y región climática desarrolló a través del tiempo conocimientos, normas propias y específicas para afrontar su clima, esto se ha negado actualmente en la construcción de viviendas en serie, clima, comodidad y confort están íntimamente ligados a nivel celular, individual y nivel sociedad.
Un elemento de diseño arquitectónico que conlleva un gran poder es la luz; la luz solar, que ha sido olvidado en los últimos tiempos no sólo en la edificación de viviendas sino en la obra pública y social. Cuando la luz ilumina la arquitectura, permite que la veamos, adquiere un valor intangible y enriquece el espacio con sus juegos de sombras. “Nuestros ojos están hechos para ver las formas en la luz y la luz y la sombra revelan las formas”, mencionaba también Le Corbusier.
La luz no es más que una radiación muy particular y las radiaciones son una forma de energía que atraviesa el espacio yendo de un lugar a otro de forma prácticamente instantánea, esta luz como la energía que es, termina transformándose en energía térmica que se convierte en calor al ser absorbidas por las superficies, creando un ambiente mas sano en términos naturales.

Conocer las condicionantes de la arquitectura, en específico de la luz solar y su movimiento aparente, propicia desde las construcciones prehispánicas que muestran un diseño arqueoastronómico como Chichen Itzá, Dzibilchaltún, Oxkintok o Monte Albán, realzando la importancia del sol y el manejo de la luz, que permitieron crear magia con conocimiento científico para usos eficientes de recursos de la sociedad de ese momento; inicio y fin de siembras y cosechas, sequias y lluvias, guerras y construcciones.
Pero en tiempos posteriores y casi contemporáneos se han dado situaciones (Strobel 2019) como la del 9 de enero de 1854 cuando el gobierno de Santa Anna decretó la contribución a puertas y ventanas. El impuesto fue denominado “contribución de luces exteriores”, lo cual pretendía cobrar el derecho a la luz solar y de los faroles que ingresaba a las casas, su propósito era gravar la cantidad de puertas de cada casa, incluyendo zaguanes o cocheras, y ventanas o balcones. La tarifa era progresiva y variaba según el sitio de la casa. Una vivienda de la ciudad de México pagaba más que cualquier otra del país, y si encontraba frente a la plaza mayor, pagaba más que las de los suburbios. Lo cual debió generar muchos cierres de ventanas y una falta de iluminación natural al interior de los edificios.
Actualmente no existen impedimentos en los diseños arquitectónicos donde la luz sea un componente principal, teniendo en consideración las prioridades de salud e higiene, de iluminación y ahorro de energía eléctrica, de espacios al interior que sean visibles con la misma tenacidad del ojo que los espacios exteriores. Se debe exigir al arquitecto que los diseños de las viviendas restablezcan la importancia del uso de la luz natural como eje rector, unido al manejo del viento y las condiciones climáticas.
Un espacio en arquitectura iluminando con luz natural y para un determinado nivel de luz de acuerdo a su uso, la cantidad de calor resultante en el espacio iluminado es menor que la que resultaría con los sistemas de iluminación artificial, debemos considerar también que la luz solar reproduce los colores de la mejor forma posible, nos permite ver excelente y resulta absurdo iluminar edificios durante el día sobre todo en nuestro clima con bastante radiación solar.
Se ha cometido el error de creer que sólo mediante la tecnología hace un edificio sostenible, se tiene que cambiar el paradigma tecnológico, hacia un uso de la tecnología con sentido común; aun cuando se ha confirmado que “el sentido común es el menos común de todos los sentidos”, nos queda como arquitectos proponer con los mismos presupuestos nuevas y mejores ideas que retomen la luz, el viento, el clima y las tradiciones para un correcto habitar en las viviendas. Que se genere una arquitectura que respete y promueva sus virtudes, no que venda sus debilidades como aparentes fortalezas.
Se propone comenzar por no diseñar ni construir una vivienda que nosotros como arquitectos no viviríamos, respetar los usos y costumbres como parte de las tradiciones sociales, y reactivar la comunicación laboral-científica con la academia en la cual hemos sido formados, aplicar metodologías y procesos que incluya de igual manera los conocimientos reales de diseño bioclimático, ecológico o sostenible, que la luz y la sombras definan espacios del habitar constante, para crear nuevos ambientes con carácter y sentido humano. Que abandonar una vivienda sea el último recurso porque estarían abandonando una parte importante de sus vidas, de su luz y su sombras en su existencia.
La función de la arquitectura debe resolver el problema material sin olvidarse de las necesidades espirituales del hombre
Luis Barragán
Bibliografía
- Serra Rafael, 1999, Climas. Ed. Gustavo Gili. Barcelona; España.
- Strobel del Moral, Héctor. 2019. Los impuestos a puertas, ventanas, perros, caballos y carros de Santa Anna, 1853-1855, Colegio de México, https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i106.1704
«Las viviendas abandonadas son muy pocas, porque más del 90 por ciento están ocupadas ilegalmente por gente que no son los dueños y casi el 30 por ciento de esa gente termina comprando la casa que habita. Es un problema muy grave», dijo.
Provive calcula que existen 800 mil viviendas abandonadas, concentradas en cinco o seis de las ciudades más grandes.
El Infonavit detectó que existen en el país alrededor de 650 mil viviendas de sus derechohabientes abandonadas, de las cuales se planean recuperar sólo 170 mil en este sexenio.
Gene Towle, CEO de Softec, advirtió que en la última década el problema de la vivienda desocupada creció, pero sostuvo que lejos de ser una falla podría ser una solución habitacional para personas que perdieron su empleo o por el retraso en la entrega de inmuebles, por la pandemia del COVID.
«El hecho de que haya vivienda desocupada es bueno, permite que haya movilidad laboral y de familias de una ciudad a otra. Si se compara a México con otros países, está en rangos similares de desocupación», dijo Gene Towle.
En ese sentido, los especialistas señalan que es necesaria una mayor intervención por parte del Infonavit y Fovissste, así como el gobierno y privados para atender este problema en el país.
«En octubre del año pasado el Infonavit anunció que va a sacar nuevos programas de recuperación de vivienda, ya no hay subastas, ahora todos los programas de recuperación de vivienda en zonas con alto abandono van a tener que ser de regeneración urbana y social», agregó el CEO de Provive.
Buscan casa 10 millones
Por el confinamiento, el home office y la necesidad de espacios más amplios a raíz de la pandemia, la búsqueda de casas por internet creció hasta un 25 por ciento desde el inicio de la emergencia, lo que ha provocado la migración de miles de mexicanos hacia ciudades y entidades periféricas.
«Son al menos 10 millones de mexicanos los que han tenido esta incertidumbre y curiosidad por cambiar precisamente de residencia, mucho tiene que ver tanto el aumento de uso de internet como con la necesidad de vivienda», dijo Daniel Narváez, VP de Marketing de Lamudi.
La Ciudad de México es la entidad con mayor éxodo de chilangos hacia otras ciudades con oferta de inmuebles más baratos, con 23 por ciento de migración, seguido de Veracruz, Estado de México, Puebla y Jalisco, con 9.2, 6.2, 5 y 4 por ciento, respectivamente.
Alex García, director de Marketing de Inmuebles24 dijo que en México hay un deseo de al menos un 82 por ciento de personas que quieren mudarse fuera de la ciudad o de sus lugares de origen por las afectaciones económicas de la pandemia, la saturación de espacios comunes e independencia de las parejas jóvenes.
Destacó que hoy la situación de los propietarios o quienes dejan sus casas ven complicado lograr vender o arrendar los espacios al menos en medio año, con el riesgo de quedarse vacías y sin ingresos.