2020: ¿Hecatombe o visión perfecta?

Las luchas sociales aún tienen mucho camino por andar rumbo a un futuro de menos desigualdad y, ojalá, un ingreso básico garantizado para cada ciudadano del planeta.

Frei Betto

Me paralicé cuando los editores me pidieron que escribiera mis experiencias sobre este año. Pero mi imaginación sociológica, cargada con los “¡Levántate!” de Marx, Gramsci, Mariátegui, Wright Mills y Che, me despertó del embotamiento.

Como soy muy socióloga acostumbro a evaluar eventos que aún no concluyen y en los que estoy zambullida. Así que puse manos a la obra observando los lados catastróficos y esperanzadores de 2020.

En enero de este año los seres humanos no imaginamos la catástrofe mundial que acaecería.

Los horóscopos que consulté no pronosticaron este caos, ni siquiera la cubana “Letra del Año” de los mayores de la Regla de Osha.

La pandemia abatió los planes de quienes pudieron proponérselos y aplastó con nuevas desgracias a los “condenados de la Tierra”, parafraseando al martiniqués Frantz Fanon.

Buena parte de los humanos con recursos financieros y materiales calificaron la Covid-19 como una gripe pasajera. En cuanto sus estragos fueron indiscutibles, muchos de ellos condenaron a EEUU y a China por provocarla. Comenzaron las noticias falsas sobre la enfermedad, que ocultaron que las raíces de esta “peste del siglo XXI” radicaron en las crisis ecológicas y en la incapacidad del capitalismo para superarlas. Los chistosos “memes” inundaron las redes para alegrar las angustias que provocaron los encierros en las personas que tuvieron viviendas donde guarecerse.

Los efectos de la Covid-19 entre los más pobres raramente aparecieron en los medios de comunicación principales y en las redes digitales. Las estadísticas nunca los describirán con precisión.

¿Qué nos enseñó esta pandemia? ¿Aprendimos de sus enseñanzas o las ignoramos?

La Covid-19 demostró que el capitalismo es incapaz de enfrentarla, porque considera la salud como una mercancía inalcanzable no sólo para las personas de bajos ingresos sino incluso para aquellas pertenecientes a las movedizas clases medias. Sólo los pocos países que atesoran una salud pública gratuita que cubre a todos sus pobladores tuvieron menos contagios y muertes.

En todos los países la pandemia impuso cerrar los centros de trabajo que no estuvieran vinculados a las actividades básicas para la sobrevivencia. La Covid cobró sus víctimas entre los empleados de estas instancias que no aseguraron las medidas de protección.

Las escuelas cerraron durante 8 meses y sólo accedieron a las clases virtuales o televisivas los alumnos matriculados que contaron con esos medios. Cuando estos centros reabrieron, en las zonas pobres las cifras de alumnos matriculados mermaron porque muchos se convirtieron en asalariados que malamente aportaron ingresos a sus familias; otros no contaron con familiares que pudieran complementar las orientaciones que trasmitieron los maestros; las escuelas restringieron el número de alumnos en cada aula; la mayoría no contó con los medios de enseñanza para todos los que pudieron asistir; muchos educandos gastaron sus uniformes durante los meses de encierro y/o no pudieron transportarse a los centros. Nunca se conocerá cuántos de los que alcanzaron a matricularse a inicios de 2020 murieron de la Covid-19.

Se populariza en el planeta la frase que entraremos en la “nueva normalidad”, sin definir en qué consistirá, y pintándola con los colores de la esperanza. El teólogo brasileño Frei Betto escribió: No advierto en la COVID-19 ese poder revolucionario capaz de derribar el neoliberalismo, erosionar los paradigmas del libre mercado y reforzar el papel del Estado en la protección de la población más vulnerable.

[1] Agregó: Las luchas sociales aún tienen mucho camino por andar rumbo a un futuro de menos desigualdad y, ojalá, un ingreso básico garantizado para cada ciudadano del planeta.

“Para legitimar una recuperación democrática, la sociedad estadunidense tendrá que identificarse a la larga con valores que definen el socialismo. Porque la autenticidad del socialismo se origina en valores democráticos, y sus mayores deformaciones se han dado por alejarse de ellos.

Aurelio Alonso

El sociólogo cubano Aurelio Alonso aportó optimismo cuando profetizó lo que podría suceder en los EEUU tras la derrota de Trump, pronóstico que yo aplico a lo que podría ocurrir a nivel global:

“Cuando pienso en el futuro posible no hay razón para resignarse a que el nivel cuantitativo y cualitativo de las fuerzas productivas alcanzado por los Estados Unidos conduzca a la humanidad a la barbarie. No puedo pensarlo como algo inexorable, puesto que en la capacidad de reaccionar contra los excesos que el último mandato presidencial ha provocado se percibe el fortalecimiento de posiciones críticas y el planteo de alternativas, en las esferas políticas y en la recuperación de una mirada más objetiva y profunda en la prensa y en los medios académicos, y un inconformismo que gana arraigo en la población.

“Para legitimar una recuperación democrática, la sociedad estadunidense tendrá que identificarse a la larga con valores que definen el socialismo. Porque la autenticidad del socialismo se origina en valores democráticos, y sus mayores deformaciones se han dado por alejarse de ellos. No sería ético disimularlo, y pienso que sea esto lo que motivó a Sanders a adoptar el concepto, a despecho de la demonización a la cual ha sido sometido. Subrayo a la vez, que no se trata del rescate de modelos y experiencias revolucionarias de los siglos XX y XXI, sino de una depuración crítica de paradigmas”.[2]

No soy irracionalmente optimista cuando estimo que las experiencias que vivimos durante este año podrían iluminarnos con una “visión 2020”, porque muchas de ellas contienen indicios que auguran una “nueva normalidad” que podría ser mejor. Menciono hechos que sucedieron a fines de este año que me dieron estas esperanzas.

Los chilenos votaron mayoritariamente por una nueva Constitución. La Encíclica Fratelli Tutti que emitió el Papa Francisco en octubre sigue provocando críticas en la Iglesia y provocando adhesiones, sobre todo entre los ateos del planeta. Luis Arce se convirtió en el segundo presidente indígena de Bolivia e inmediatamente cambió los mandos de las FFAA. Michael Moore escribió a Joe Biden una carta con “movidas” plausibles y revolucionarias para EEUU. Los resultados de las elecciones municipales en Brasil rechazaron las políticas de Bolsonaro. El Presidente de Argentina pasó al Congreso una ley que aprobaría el aborto legal.

Usemos, entonces, el significado de “visión perfecta” para convertir los reVeses de 2020 en Victorias.


[1] Frei Betto, “¿El futuro será mejor?”. Diario Granma, 29/10/2020.  http://www.granma.cu/pensar-en-qr/2020-10-29/el-futuro-sera-mejor-29-10-2020-22-10-01

[2] Aurelio Alonso, “De los árboles y el bosque”. http://laventana.casa.cult.cu/index.php/2020/11/04/de-los-arboles-y-el-bosque/

Marta Núñez Sarmiento (Cuba, 1946) Es socióloga y profesora titular y consultante de la Universidad de La Habana, de donde se retiró recientemente. Investiga cómo influye el empleo femenino en las relaciones de género en Cuba, así como las relaciones Cuba-EEUU. Es Máster en Sociología (Facultad de Ciencias sociales –FLACSO-, Santiago de Chile, 1971) y Doctora en Ciencias Económicas (Academia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1983). Fue profesora invitada en universidades de República Dominicana, Suiza, Suecia, Estados Unidos, Canadá, España y Argentina. Imparte la asignatura “Género, raza y desigualdades” a estudiantes norteamericanos matriculados en el Programa Cuba del Consorcio de estudios avanzados en el exterior (C.A.S.A.) en La Habana. Imparte conferencias sobre “Relaciones de género en Cuba” a estudiantes universitarios norteamericanos durante sus estancias en Cuba. Ha sido consultora de género para agencias de Naciones Unidas (1988-2015), para la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (CIDA) (2007-2009), para la Asociación de Estados del Caribe (1999) y para ONGs. Es fundadora de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana (1991) y del Casablanca Dream Group integrado por académicas feministas de países del Sur (2007). Fue experta del Consejo de Ayuda Económica (CAME) (Moscú 1978-1983) y consejera en la Embajada de Cuba en la Federación Rusa (1993-1997). Fue profesora invitada del David Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard (2010). Ha publicado en libros y revistas científicas de EEUU, Cuba, Canadá y otros países. Escribió la columna “Metodología de los por qué” en Unicornio de POR ESTO! (2018-junio 2020) Publicó el libro Yo sola me represento (2011). Ostenta la Orden por el Conjunto de su Obra Científica otorgada por el Rector de la Universidad de La Habana. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Agosto de 2020