Pandemia y educación en Cuba y en el mundo

Yailin Alfaro

La educación de los jóvenes y del pueblo en general debe fundamentarse en las realidades específicas que vivimos en el pasado y en el presente que tenemos por delante. Estamos en la Hora de los mameyes.

Muy a pesar de los avances obtenidos en su enfrentamiento, continuamos a merced del coronavirus de marras, que nos amenaza desde su ubicuidad sorprendente, que determina que mientras que se encuentra a miles de kilómetros de nosotros; a la vez, se manifiesta y actúa a nuestro lado; para matarnos en cualquier momento en que nos desentendamos de su existencia, lo que nos exige estar alertas y cumplir con todas las medidas de prevención que la ciencia humana ha descubierto hasta el momento. Ese ha de ser un objetivo central de los esfuerzos educativos que debemos desplegar en medio de la pandemia de la Covid-19, porque la Educación debe ser concebida de acuerdo con las realidades que tenemos que enfrentar para sobrevivir y desarrollarnos.

Estamos, en mi criterio, como expresa una frase célebre y muy al uso entre los cubanos, que data del siglo XVIII, en la “Hora de los mameyes”. que según se define en la enciclopedia digital cubana ECURED quiere decir y/o significa que vivimos el momento de la verdad o el instante de la decisión o la acción inmediata. Nada más exacto para definir la situación que vivimos en la Cuba de hoy, el de esa frase tan criolla y significativa.

Según se expresa en ECURED, eran los tiempos de la toma de La Habana por los ingleses, en 1762  …. Por tal motivo los ocupantes decidieron montar guardias de recorrido que aparecían en cualquier momento para evitar algún disturbio. …, las tropas del conde de Albemarle implantaron un toque de queda al caer la tarde, o cuando entendían, solamente podían transitar por la ciudad a los militares de la pérfida Albión o alguna persona natural autorizada. Por consiguiente a esa hora se inundaba la ciudad de soldados que llevaban uniformes rojos, de una tonalidad similar al color del mamey, la fruta de pulpa roja con semilla carmelita que abunda en los campos de Cuba, por eso las tropas inglesas fueron bautizadas por el pueblo con el apelativo de “mameyes” y cuando se le veía en grupos o anunciaban el toque de queda, se difundióla célebre frase “llegó la hora de los mameyes”; perdurando hasta nuestros tiempos”.

Quiero testimoniar pues, de manera priorizada, mi caracterización y percepción de las características de la época que estamos viviendo, especialmente percibidas desde mi rincón de Centro Habana, en donde me encuentro cumpliendo con el aislamiento necesario para mis 82 años, que se ha planteado para quienes formamos parte de la tercera edad, conforme a las medidas de prevención previstas en Cuba.

En Cuba hasta el momento en que escribo, se han estado adoptando medidas efectivas para prevenir y actuar ante el Covid 19, pero puedo apreciar aún que no hay una verdadera percepción del riesgo en muchas personas que actúan y se manifiestan sin tener verdaderamente en cuenta la peligrosidad y los riesgos que nos acechan. Esto internacionalmente es también una realidad importante a tener muy en cuenta; y es determinante para programas de Educación en la actualidad en especial porque la educación siempre ha de estar en correspondencia. Si bien es correcto tener confianza en lo que se hace para prevenir esta terrible enfermedad, cuando ello tiene resultados positivos como sucede en Cuba, no puede significar que nos desentendamos de los peligros que nos acechan.

Las concepciones conservadoras pueden llegar a ser sumamente peligrosas en momentos culminantes (La hora de los mameyes) como los que vivimos actualmente, porque en muchas ocasiones actúan para detener acciones que son imprescindibles adoptar; pero que, para quienes se manifiestan de manera conservadora, constituyen acciones y conceptos innovadores y especialmente creativos que rompen por completo los estatus establecidos, que ellos se proponen conservar como tal y valga la redundancia del término, sin cambios significativos de ninguna índole.

Cuando se está en pleno fragor del combate, en cualquier enfrentamiento incluso por poco cruento que sea, las dudas pueden convertirse en acciones dañinas y desmovilizadoras. En consecuencia, cuando todos nos encontramos en el mismo frente de lucha contra el coronavirus perverso que está diezmando a la humanidad, pensemos como pensemos, deberíamos guardarnos nuestras dudas para mejores momentos, porque en la lucha lo más importante es vencer al enemigo, que es Covid 19 también, y muy decisivamente.

Muchos daños pueden hacer quienes siembran las dudas, tanto como quienes no aceptan ninguna otra alternativa que no sean las que ellos piensan. En esta dirección es decisivo la claridad en la concepción y la interpretación de cuáles son los objetivos fundamentales a alcanzar en nuestra lucha, porque en la medida que sus logros sean necesidades de vida o muerte, deberá ser más intransigente con las dudas que pueden desmovilizar a la resistencia. Este es un problema muy importante para tener en cuenta en los esfuerzos educativos del momento. En mi criterio muy personal en estas circunstancias tan dramáticas, es decisiva la identificación de los objetivos fundamentales que nos deben unir a todos, que en su concepción deben partir de algunos requisitos que son básicos para su identificación, tales como

  • Ser claros y comprensibles.
  • Relistas y realizables,
  • Motivadores,
  • Evaluables y mensurables.

Como conclusión quiero plantear que es imprescindible aceptar definitivamente aún en medio de todos los avances que la Humanidad ha alcanzado desde las Cavernas al Siglo XXI hasta la fecha, que solos e individualmente nunca vamos poder enfrentar todo lo que se nos interpone al desarrollo de nuestra condición humana. No hay otra alternativa y con esos criterios deberíamos desarrollar la educación. Finalmente debo decir que estoy escribiendo estos testimonios de vida y reflexiones con un especial esmero, a partir del concepto de conducirme activamente como si fuera el último día de vida.

Licenciado en Ciencias Sociales, especializado en Economía, y licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos. Corresponsal Permanente en Cuba de la Revista Tiempo de Paz de la cual es miembro de su Consejo de Redacción. Publicación trimestral del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL de España). Sociólogo, teólogo laico y periodista, con múltiples crónicas y artículos periodísticos publicados en diversos órganos de prensa de Cuba y otros países, principalmente España. Ha colaborado con publicaciones del Sur en Andalucía España; ha colaborado con el periódico POR ESTO!, Mérida, Yucatán y su suplemento cultural Unicornio, en donde publicó sus memorias por entregas semanal con el título La Espiritualidad Prohibida. Además, colabora también con las revistas católicas en Cuba tales como VITRAL de la Diócesis de Pinar del Río y Laboren Voz del Movimiento de Trabajadores Cristianos. Cuba. MTC; La Agenda Latinoamericana de la Teología de la Liberación. APIC Alternativa. Agencia de Prensa Continental. Missione Oggi del Centro Saveriano de Animación Misionera de Roma. Tiene publicados varios libros en España: Sin Tiempo para Morir (novela testimonio) 1999; Evangelio y Revolución, en colectivo de autores con Pedro Casaldáliga y Benjamín Forcano, 2000; Cuba: Problemas y Retos, 2001; Palabras de Esperanza, 2005; Futuro del Socialismo y la Religión Cristiana en Cuba en colectivo de autores 2001; todos en la Editorial Nueva Utopía de Madrid; Curso de Administración y Gestión de Proyectos ISEBIT La Habana. Socialismo y reconciliación en Cuba. Una mirada desde adentro, Editorial los Libros de la Catarata, Madrid 2007. Tiene terminados y pendientes de publicación los textos: Ética Política Cristiana y Revolucionaria, Periodista Soy, no puedo negarlo; Militante soy, no puedo negarlo; y Cristiano Soy, no puedo negarlo. Ha trabajado en actividades políticas, de prevención social y preservación de la Paz en instancias intermedias y nacionales de Cuba. Es militante fundador del Partido Comunista de Cuba y miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, ACRC. Fue director del Semanario Mella 1964, del periódico Juventud Rebelde 1965-1966, La Habana; director de la revista cultural El Caimán Barbudo (1966), La Habana; director del periódico “El Bayardo” de Camagüey 1970; Director Nacional de Escuelas de Arte y Vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura de Cuba (1972), Vicepresidente del Poder Popular en la Isla de la Juventud (1975), Director fundador de la Editorial José Martí de Publicaciones en Lenguas Extranjeras (1982), La Habana, así como profesor de Cooperación al Desarrollo y de Ética Cristiana en el desaparecido Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos La Habana.