Para fines de 2020, al menos 25 millones de desempleados rondan el mundo, esto aunado a que las reducciones de horarios laborales y salariales provoca una aguda disminución de ingresos y el aumento de la pobreza, en particular según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), serán las mujeres quienes recientan con mayor fuerza el desempleo y la falta de condiciones idóneas para el trabajo.

No puedo decir que sea el peor año de mi vida, aunque me encuentre sin trabajo y mi futuro sea incierto, todavía quedan muchos años por venir y no podríamos afirmar que después de este año las cosas van a mejorar. La mejor forma de describirlo sería que fue todo un reto mantenernos de pie y cuerdos...

Si bien es aislamiento prolongado pero necesario, me permitió hacer muchas más cosas que requirieron de una disciplina personal, de autocontrol y perseverancia, tuve momentos de incertidumbre, desesperanzas e inercia, que por suerte fueron pocos, pues los compromisos sobre todo con mis “acompañadas”, mis adultas mayores de las que yo también soy parte, me sacaron lo mejor de mi para compartirlo con ellas y con mi familia.

Si de algo puede estar segura esta generación, es que nunca vamos a olvidar a 2020. Ha sido este un año, cuando menos, cataclísmico.

Vamos a entrar al 2021 con una gran disyuntiva. Olvidamos lo vivido y sufrido durante los últimos 12 meses y lo espantamos para que no nos traiga malos augurios, o recordamos cada detalle de lo ocurrido para sacar de ellos sus enseñanzas.

Aquello que expresa el refrán popular, que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, de nuevo en este diciembre 2020 debería estar vigente en mi opinión; aunque con la Covid-19, objetivamente todo indica que el refrán en esta ocasión va a ser una excepción, porque parece que la enfermedad no tiene fin y que los cuerpos van a tener que resistirla porque lo contrario podría ser el fin del mundo.

Este 2020 no sólo me robó el mes de abril, sino me hizo “quedarme en casa” y solamente ver desde mi ventana, a lo lejos, pude ver los maculís de la avenida...

Iniciamos este año con la firme convicción que la arquitectura y sus diseños crearían nuevos referentes históricos y tecnológicos, que los espacios a nivel individual y colectivo conformarían una mejora en las condiciones de habitabilidad y estabilidad emocional, creíamos, como humanidad, que estábamos preparados para sobrevivir a este mundo.

“Para legitimar una recuperación democrática, la sociedad estadunidense tendrá que identificarse a la larga con valores que definen el socialismo. Porque la autenticidad del socialismo se origina en valores democráticos, y sus mayores deformaciones se han dado por alejarse de ellos.