Cuba inició su lento retorno a una etapa que está siendo en extremo compleja, llena de desafíos e incertidumbres y a la espera de que los tiempos por llegar puedan ser menos tensos que los últimos meses vividos por culpa del COVID-19.

¿Es posible en los tiempos que corren educar fuera del entorno de las redes sociales en Internet? ¿Habrá oportunidades para la aplicación tradicional de la enseñanza en un contexto donde la expansión de la COVID-19 obligó al cierre obligatorio de centros educativos y a la paralización de las actividades docentes en múltiples lugares del planeta?

Cuando la humanidad se encerró obligatoria e inesperadamente en sus hogares durante este pandémico 2020, muchas personas arrastraron conductas que quebrantaron la concordancia familiar. La violencia de género, especialmente hacia las mujeres y las niñas, explotó mundialmente. Instituciones y personalidades convocaron a educar para frenarla, pero, ¿cómo hacerlo con tantas adversidades?

Los impactos de la Covid-19 han llegado a todas las edades, sólo que los y las jóvenes por su naturaleza han estado en mejores condiciones de mostrar que constituyen una fuerza social muy valiosa que no siempre es reconocida por los adultos

La educación de los jóvenes y del pueblo en general debe fundamentarse en las realidades específicas que vivimos en el pasado y en el presente que tenemos por delante. Estamos en la Hora de los mameyes.